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Huelga de masas, partido y sindicato constituye uno de los tesoros más preciados del arsenal teórico del marxismo. Sus apreciaciones sobre la socialdemocracia alemana, a pesar de tratarse de un texto que ronda los 100 años de antigüedad, no tienen solamente interés histórico, sino que, su mayor valor se encuentra en la enorme actualidad para la batalla sindical hoy. De hecho, es fácil leyendo algunos de sus pasajes, imaginar que estamos asistiendo a la polémica que un sindicalista revolucionario mantiene con un representante de la dirección de CCOO o UGT.

Este libro es el reflejo de las conclusiones que Rosa extrae del estudio concienzudo de los inspiradores acontecimientos revolucionarios que se desarrollan en la Rusia zarista durante el año 1905. El carácter revolucionario de su autora hace que el texto vaya mucho más allá de la descripción cronológica de los acontecimientos, y convierte la experiencia viva de la clase obrera rusa en su lucha por la transformación de la sociedad, en un instrumento para fortalecer la corriente genuinamente marxista dentro de los sindicatos y la socialdemocracia alemana, dominados ya en ese momento por las tendencias reformistas y revisionistas.

La autora no necesita recurrir a la descalificación o calidad personal de los líderes sindicales y socialdemócratas para explicar su abandono de una política clasista genuinamente socialista, sino al estudio de la coyuntura material que rodea a estos dirigentes. Entiende que la prolongada prosperidad económica y calma política que durante quince años envolvió la vida alemana, desarrolló “...perspectivas ilimitadas de progreso económico en el campo del orden capitalistas” en la cúpula sindical que se encontraba “absorbida por la pequeña guerra económica, que tiene por objeto hacer que las masas obreras sepan apreciar el gran valor de cada conquista económica, por mínima que ésta sea...”.

El abandono de una perspectiva global, que considera el capitalismo teniendo en cuenta exclusivamente las épocas de bonanza económica y las reformas obtenidas en los países más desarrollados, olvidando las crisis habidas en el pasado y previstas para el futuro, finalmente lleva al abandono de la lucha por la transformación de la sociedad por innecesaria. Es una senda, esta de resolver las necesidades de la clase obrera dentro de los límites del capitalismo, que inevitablemente imprime una dinámica en la actividad sindical y política, tendente a la conciliación con la burguesía y el rechazo de la lucha.

Actualmente, y no sólo en el Estado español, los dirigentes de los sindicatos mayoritarios, apuestan decididamente por el pacto y la negociación sin movilización. El balance es claro: empeoramiento de las condiciones laborales y de vida para el conjunto de las familias trabajadoras a la vez que empresarios y banqueros obtienen beneficios multimillonarios.

Pero dicho esto, también se desarma esa imagen ultraizquierdista y conspirativa de los revolucionarios siempre llamando a luchar al margen de la realidad y el estado de ánimo de los trabajadores. “...Si todo dependiera de la propaganda incendiaria de los románticos de la revolución o de las decisiones secretas o públicas de las direcciones de los partidos, entonces no hubiéramos tenido hasta la fecha ninguna huelga de masas importante en Rusia (...) Si hay algo que nos enseña la revolución rusa es, sobre toda las cosas, que la huelga de masas no se hace artificialmente, no se decreta...”. Lo cual no impide que Rosa subraye como imprescindible el trabajo previo, durante largos períodos de “aparente silencio sepulcral” de los activistas revolucionarios: “...El motivo inmediato del movimiento fue aparentemente casual y hasta secundario, su irrupción fue espontánea; pero, por la forma en que se produjo el movimiento se manifestaron los frutos de una agitación de varios años por parte de la socialdemocracia...”.

Aspectos como la independencia y neutralidad de los sindicatos respecto a los partidos políticos, tan reclamada hoy por quienes se encuentran más a la derecha en las organizaciones obreras, también son tratados a fondo en este trabajo: “Separar la práctica sindical de la teoría del socialismo científico significaría para los sindicatos alemanes perder inmediatamente toda la superioridad sobre los distintos sindicatos burgueses y caer de la altura conquistada al nivel de la incesante búsqueda de un puro y burdo empirismo”.

Estos y otros muchos temas presentes en este libro hacen su lectura imprescindible para quienes entendemos como Rosa que “... El movimiento sindical no es el reflejo de las comprensibles pero erróneas ilusiones de dirigentes sindicales, sino aquello que vive en la conciencia de las amplias masas de proletarios ganados para la lucha de clases...”. Por ello, seguiremos batallando con todas nuestras energías para que la voz firme y decidida del sindicalismo clasista, democrático y revolucionario, se siga oyendo con la mayor potencia posible.

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