La lucha de clases en Francia ha puesto de manifiesto el potencial revolucionario de la huelga general.

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Una enorme lección práctica para todos los militantes comunistas que queremos comprender cómo se manifiesta la lucha obrera en las condiciones de una aguda crisis del capitalismo, y como opera la asimilación de experiencias de combates pasados en la conciencia colectiva de los trabajadores. Pero lo ocurrido en Francia también responde a esos doctrinarios perezosos en cuanto a teoría marxista se refiere, que especulan desde su atalaya sobre la corrección o no de la huelga general como consigna. Los obreros franceses los han puesto en su sitio.

Los acontecimientos franceses han hecho que el debate sobre la huelga general cobre una gran relevancia, y que mejor para ahondar en la discusión que volver nuestra mirada sobre un clásico de la literatura socialista: Huelga de masas, partido y sindicatos de Rosa Luxemburgo. La obra, escrita en 1906, constituye un tesoro del arsenal teórico del marxismo y muestra una riqueza analítica excepcional para entender la lucha sindical en la actualidad. De hecho, leyendo algunos de sus pasajes pareciera que asistimos a la polémica que un sindicalista revolucionario mantiene con un burócrata de la dirección de CCOO o UGT.

Este libro sintetiza el pensamiento y las conclusiones que Rosa extrae del estudio concienzudo de la Revolución Rusa de 1905. El texto convierte la disección de la experiencia viva de la clase obrera en su lucha contra el régimen zarista en un instrumento de combate ideológico contra la tendencia reformista en el movimiento obrero.

La autora no necesita recurrir a la descalificación o calidad personal de los líderes sindicales y socialdemócratas para explicar su abandono de una política clasista genuinamente socialista, sino al estudio de la realidad material que rodea a estos dirigentes y que condiciona su política. Ayer como hoy, la perspectiva de la burocracia sindical está limitada a la gestión de las migajas que caen de la mesa del capital, lo que inevitablemente imprime una dinámica en su práctica sindical y política, tendente a la conciliación con la burguesía y la paz social.

Actualmente, y no sólo en el Estado español, los dirigentes de los sindicatos mayoritarios apuestan decididamente por el pacto y la negociación sin movilización. El balance es claro: empeoramiento de las condiciones laborales y de vida para el conjunto de las familias trabajadoras, más recortes sociales, más privatizaciones, más precariedad, menos salarios... a la vez que empresarios y banqueros obtienen beneficios multimillonarios.

“...Si todo dependiera de la propaganda incendiaria de los románticos de la revolución o de las decisiones secretas o públicas de las direcciones de los partidos, entonces no hubiéramos tenido hasta la fecha ninguna huelga de masas importante en Rusia (...) Si hay algo que nos enseña la revolución rusa es, sobre toda las cosas, que la huelga de masas no se hace artificialmente, no se decreta...”, señala Rosa Luxemburgo.

En efecto, la presión salvaje desde abajo, desde las secciones sindicales, desde las asambleas, la radicalización en la conciencia, es la fuerza material que ha empujado a los dirigentes sindicales en Francia a una dinámica de huelgas sectoriales masivas, y que han desbordado los objetivos iniciales de la batalla. Y eso es también lo que pasó en Rusia. De huelgas por mejoras en las condiciones salariales y económicas se pasó a un movimiento de masas político contra el zarismo que incluyó el surgimiento de soviets y concluyó en una insurrección armada.

Hoy en Francia el objetivo no es solo frenar la reforma de las pensiones sino derrocar a Macron poniendo en cuestión los cimientos de la dominación capitalista. Hay que observar la dialéctica de estos procesos y tener presente que no existe una muralla china entre las reivindicaciones parciales y económicas y un movimiento de masas político que termina en un levantamiento revolucionario.

Aspectos como la neutralidad de los sindicatos respecto a los partidos políticos, tan reclamada hoy por quienes se encuentran más a la derecha en las organizaciones obreras, también son tratados y contestados a fondo por Rosa, que no deja de plantear la necesidad de llenar de un contenido revolucionario la acción sindical: “... El movimiento sindical no es el reflejo de las comprensibles pero erróneas ilusiones de dirigentes sindicales, sino de aquello que vive en la conciencia de las amplias masas de proletarios ganados para la lucha de clases...”.

Un libro imprescindible para estos tiempos de guerra social imparable.