No son ni el socialismo ni el marxismo los que han fallado en España, sino aquellos que los han traicionado cobardemente. La sociedad actual se encuentra ante una trágica alternativa: volver atrás, es decir, conservar el capitalismo, que sólo puede evolucionar hacia las formas más bárbaras, o ir hacia adelante, hacia el socialismo. Querer conservar la democracia burguesa es una ilusión estúpida. Fascismo o revolución proletaria: este es el dilema para el proletariado internacional...
La guerra civil. El Frente Popular contra la Revolución fue escrito por el comunista polaco Mieczyslaw Bortenstein, bajo el seudónimo M. Casanova, justamente después de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona el 26 de enero de 1939.
Después de mi regreso a Francia, los camaradas me han pedido que explicara las razones de la catástrofe (...) Tenía que explicar, sobre la base de mi experiencia, lo que acababa de pasar.
El autor sabía muy bien de qué hablaba. Conoció de primera mano la lucha armada contra el fascismo, pero también la actuación de aquellas organizaciones que, envolviéndose en la bandera tricolor, pusieron en marcha una ofensiva sin cuartel para desmantelar el poder obrero y acabar de cuajo con la revolución socialista que se desarrollaba en el territorio republicano.
Una vida entregada a la causa del socialismo
Mieczyslaw Bortenstein nació en Varsovia en 1907. Comenzó su militancia en las Juventudes Comunistas con solo dieciséis años. Tras su primer arresto, emigró primero a Bélgica y después a Francia, donde en 1927 se unió a las Juventudes Comunistas. Nuevamente detenido en agosto de 1930, fue condenado a tres años por distribución de propaganda ilegal y expulsado a Bélgica. Tras su regreso ilegal a Francia en 1932, se afilió al Partido Comunista, del que sería expulsado en 1934 por criticar su línea política. Poco después se vinculó a la Liga Comunista, afín a las posturas de Trotsky.
A partir de julio de 1936 participa directamente en la Revolución española como militante de los bolcheviques-leninistas, la sección española de la Cuarta Internacional. Alistado en las milicias de la CNT en el frente de Aragón, a finales de agosto de 1937 combatió las batallas de Belchite y Codo. En 1938 trabajó como técnico en una fábrica de material bélico.
Tras la detención en Barcelona de los principales militantes bolchevique-leninistas españoles, acusados por la policía republicana de “contrarrevolucionarios”, asumió la dirección política del grupo hasta el final de la guerra civil. Permaneció en la capital catalana hasta la entrada de las tropas de Franco, momento en el que partió para Francia.
Llegó a Perpiñán, desde donde envió inmediatamente un informe de los acontecimientos españoles, que se publicó en el número del 17 de febrero de 1939 de Lutte ouvrière (órgano del Partido Obrero Internacionalista, la sección francesa de la Cuarta Internacional), bajo la firma de M. Casanova, la misma con que se publicó este libro en un número especial de la revista Quatrième Internationale (Cuarta Internacional), aunque con el título España entregada. Cómo el Frente Popular le abrió las puertas a Franco.
En respuesta a la crítica que de este texto se hizo en la revista Que faire, León Trotsky dedicó uno de sus últimos artículos a la defensa del análisis de Casanova, que quedó inconcluso debido a su asesinato el 20 de agosto de 1940.
Cuando intentaba tomar un barco en Marsella con destino a México, Bortenstein fue detenido, pasando posteriormente por varios campos de concentración. Tras la ocupación nazi de Francia, el régimen colaboracionista de Vichy lo entregó a la Gestapo. El 19 de agosto de 1942 fue enviado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió.
Un libro excepcional
Varios aspectos confieren a este texto un especial interés. En primer lugar, nos encontramos ante uno de los primeros materiales que hacen un balance general y sistemático de la Revolución española, una vez derrotada. Por otro lado, tiene la frescura de los acontecimientos descritos por alguien que participó en primera línea. A diferencia de otros libros de memorias o testimonios personales, que tanto abundan en la bibliografía de la guerra civil y la Revolución española, esta pequeña gran obra tiene el mérito de trazar un análisis marxista de ambos procesos, teniendo en cuenta que fue escrito cuando estos se desarrollaban.
Bortenstein describe cómo a través de la acción directa, sin esperar órdenes ni directrices, la clase obrera derrotó el golpe fascista del 18 de julio de 1936 y creó sus organismos de poder (milicias, patrullas de control, consejos de fábrica, tribunales populares...) para llevar a cabo realizaciones revolucionarias de un calado incluso mayor que las que tuvieron lugar tras el triunfo bolchevique en octubre de 1917.
Pero esto es solo el preámbulo. El libro adquiere toda su profundidad cuando disecciona los factores que condujeron a la derrota política y militar de los trabajadores y la revolución, destacando la nefasta política de colaboración de clases representada por el Frente Popular, auspiciada e impulsada por el estalinismo. La tesis defendida es clara: la política del Frente Popular abrió el camino para el triunfo de la contrarrevolución fascista.
Como testigo de excepción desde Catalunya, donde los cambios sociales y políticos fueron más profundos que en ningún otro territorio, el autor somete a una crítica implacable la estrategia de las organizaciones que se reclamaban revolucionarias y que tuvieron la oportunidad de completar en ese momento el triunfo obrero y de corregir después el curso de los acontecimientos, frenando los avances de la contrarrevolución estalinista.
En opinión de Mieczyslaw Bortenstein, la responsabilidad principal recae en la dirección anarquista de la CNT, que después de los heroicos combates del 18 y 19 de julio tenía el control de la capital catalana. Cuando las fábricas más importantes estaban bajo la dirección de sus comités, miles de trabajadores en armas engrosaban sus columnas milicianas, y en el campo sus militantes iniciaban la tarea de la colectivización, los dirigentes cenetistas entregaron el poder a la burguesía republicana y se ataron a la colaboración de clases.
Por primera vez en la historia, organizaciones que se reclamaban anarquistas, incluida la Federación Anarquista Ibérica (FAI), justificaron su participación ministerial en la Generalitat de Catalunya y en el gobierno central del Frente Popular, con el argumento de la “unidad antifascista”. Con su actuación, dieron una cobertura de “izquierdas” para la reconstrucción del aparato del Estado burgués en territorio republicano, el mismo que encañonó con sus armas a los obreros de Barcelona en las jornadas de mayo de 1937, que disolvió las milicias de Aragón o que encarceló y asesinó a destacados militantes de la propia CNT, de las Juventudes Libertarias, de la FAI o del POUM que no estaban dispuestos a asistir impasibles a la liquidación de las conquistas revolucionarias.
Los estalinistas y sus aliados solo pudieron restablecer el orden “republicano” y allanar el triunfo de la contrarrevolución gracias a la colaboración de los dirigentes más cualificados del anarquismo español, en oposición directa a la voluntad de su base militante.
Bortenstein también examina la política de la dirección del POUM, poniendo en evidencia la colaboración necesaria de la dirección poumista —a través de su participación en el gobierno de la Generalitat— en la desarticulación del poder obrero y sometiendo a una crítica implacable su seguidismo respecto a la dirección de la CNT (y del Frente Popular en general). La brutal represión que sufrió el POUM y el martirio de su máximo dirigente, Andreu Nin, asesinado en 1937 por un comando estalinista, no pueden ocultar su renuncia a una política revolucionaria consecuente.
La pequeña organización bolchevique-leninista, sección española de la Cuarta Internacional, no renunció a intervenir en los acontecimientos, a pesar de los riesgos que corría:
Tuvimos en nuestra contra a una formidable coalición de fuerzas, y solo éramos un pequeño grupo de propagandistas. (...) Nosotros solo podíamos difundir nuestras consignas en las organizaciones de masas, impulsarlas por la vía revolucionaria, reforzar en ellas las tendencias más avanzadas y ganar a los mejores elementos. En una palabra, nuestro trabajo únicamente podía tender a crear los cuadros que no podrían jugar su papel más que en la nueva etapa de la revolución y, entretanto, impulsar por la vía revolucionaria a las organizaciones más cercanas a nosotros. Este trabajo lo hemos hecho.
La historia del movimiento obrero internacional está repleta de grandes acontecimientos que son fuente inagotable de inspiración. Sin duda, uno de ellos es la Revolución española de los años 30 del siglo pasado, que tuvo en la guerra civil su período más decisivo, profundo y dramático. La Fundación Federico Engels viene prestándole especial atención, editando numerosos materiales, tanto textos de elaboración propia como ediciones de obras relevantes que forman parte de los clásicos de la literatura marxista, y que en conjunto componen un riguroso y exhaustivo estudio de la Revolución española: dos series, una titulada Revolución socialista y guerra civil (cinco obras) y otra Memoria histórica revolucionaria (diez obras), la recopilación Escritos de Trotsky sobre la Revolución española (1930-1939) y el libro del marxista estadounidense Felix Morrow Revolución y contrarrevolución en España, a los que ahora viene a sumarse este libro extraordinario.
A la luz de la actual crisis capitalista, el análisis de estos hechos históricos cobra nueva fuerza y actualidad. Las lecciones que se desprenden de estas vibrantes páginas llegan a nuestros días como una importante contribución a la tarea pendiente y urgente de la emancipación de la humanidad a través de la revolución socialista. Necesitamos convertir las enseñanzas de ayer en tareas para hoy, y construir un partido revolucionario a la altura de las circunstancias históricas. Tal fue el empeño del autor de esta obra y tal es el empeño de quienes tenemos la satisfacción de editarla y ponerla a disposición de las nuevas generaciones de luchadores.
Por último, con esta edición queremos brindar un merecido homenaje a los bolcheviques-leninistas españoles, que en un tiempo extremadamente adverso y hostil, similar al de la URSS durante el período de las grandes purgas, mantuvieron limpia la bandera del genuino socialismo internacionalista, haciéndolo extensible a todos los revolucionarios que lucharon hasta el final por defender las conquistas proletarias del 19 de julio frente al fascismo y que pagaron con la vida tal empeño.