Crítica de libros

Editorial Capitan Swing, 2021, 400 páginas.

A pesar de nacer de la lucha anticolonial, el ascenso del capitalismo estadounidense moldeó a una burguesía acostumbrada a ejercer una violencia salvaje contra el enemigo interior: ya fueran los pueblos originarios, los esclavos afroamericanos, la clase obrera y sus organizaciones… el exterminio y los asesinatos en masa, las ejecuciones, las torturas, encarcelamientos arbitrarios y persecuciones judiciales son parte de su ADN.Y si la política exterior es una continuación de la política interior, no cabe duda de que el imperialismo estadounidense se ha destacado como la fuerza más contrarrevolucionaria de la historia.

De esto último trata esta obra arrolladora, conmovedora y escrita con inteligencia. Aquellos y aquellas que se acerquen a sus páginas quedaran sacudidos por una historia que proyecta una potente luz sobre el pasado, y que es extraordinariamente útil para orientarse en el momento presente.

La matanza de comunistas en Indonesia, como punto de partida

Vicent Bevins, periodista y escritor norteamericano, se trasladó a Yakarta, la capital de Indonesia, en 2017 y comenzó a cubrir para el Washington Post las noticias del Sudeste Asiático. Su libro no es una obra menor: ofrece un cuadro elaborado de la política exterior estadounidense desde finales de los años cincuenta hasta la década de los ochenta del siglo pasado. Una crónica de la feroz intervención imperialista para contener el avance de la revolución socialista en el mundo excolonial, y eliminar a todos aquellos que albergaban la esperanza de vivir en una sociedad alternativa al capitalismo.

La razón del título, El método Yakarta, es evidente. En palabras del autor, “Operacao Jacarta. Yakarta viene. Plan Yakarta. Tanto en español como en portugués, en las diversas formas utilizadas, queda claro que significaba ‘Yakarta’ (…) Significaba asesinatos en masa anticomunistas. Significaba el exterminio organizado por el Estado de civiles que se oponían a la construcción de regímenes autoritarios capitalistas leales a Washington. Significaba desapariciones forzosas y terrorismo de Estado impenitente. Y sería utilizado a lo largo y ancho de América Latina en las siguientes dos décadas” (Página 290).

El punto de partida es Indonesia, pero el análisis se extiende a más de 20 países de todos los continentes y a numerosas operaciones de contrainsurgencia (Operación Cóndor incluida).

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El libro de Vicent Bevins ofrece un cuadro elaborado de la política exterior estadounidense desde finales de los años cincuenta hasta la década de los ochenta del siglo pasado. 

Aquella nación del sudeste asiático que arrancó su independencia a los colonialistas japoneses y holandeses tras acabar la Segunda Guerra Mundial, fue objeto de la atención política internacional durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. El presidente indonesio Sukarno, un nacionalista burgués que soñaba con un bloque de países No Alineados[1], que se solidarizó públicamente con la nacionalización del Canal de Suez llevada a cabo por Nasser, y que intentó aplicar una cautelosa agenda de reformas sociales para un capitalismo “más humano”, chocó pronto con la oposición furibunda del imperialismo occidental (norteamericano, inglés y francés).

Pero Sukarno no era el mayor desafío. Después del triunfo de Mao en China, de la toma del poder por Castro y el Che en Cuba, y con la lucha del pueblo vietnamita en su apogeo, entre otros muchos procesos, la fuerza de los comunistas indonesios se convirtió en una amenaza directa al orden estadounidense de la Guerra Fría.

Tal como Bevins señala, en 1964 “el Partido Comunista de Indonesia (PKI) contaba ya con tres millones de afiliados con carné. Las organizaciones ligadas al partido —entre ellas, la SOBI (Federación Indonesia de Organizaciones de Trabajadores), el LEKRA (Instituto de Cultura Popular), el BTI (Frente Campesino), las Permuda Rakyat (Juventudes Populares) y el Gerwani (Movimiento de las Mujeres)— sumaban al menos veinte millones de miembros. Estas cifras suponían cerca de una cuarta parte de los cien millones de habitantes de Indonesia, niños incluidos. Casi un tercio de los votantes registrados en el país estaban ligados al PKI.” (Página 171)

Utilizando el recorrido personal de una pareja de militantes comunistas indonesios y de otros personajes víctimas de los planes contrarrevolucionarios, Vicent Bevins teje los hilos de una estrategia del Terror que se mueve de continente a continente. En el caso específico de Indonesia, el golpe militar de octubre de 1965 acabó en un río de sangre: “Washington formó parte de la operación en cada una de sus fases, empezando mucho antes de que se iniciaran las masacres y hasta que el último cadáver cayó al suelo y el último preso político salió de la cárcel, décadas más tarde, torturado, con cicatrices y desconcertado (…) La embajada de Estados Unidos presionó constantemente al Ejército para que se adoptara una posición de mayor fuerza y asumiera el Gobierno, sabiendo perfectamente que el método que estaba utilizando para hacer esto posible era detener a cientos de miles de personas por todo el país, acuchillarlas o ahorcarlas y tirar sus cadáveres a los ríos. Los mandos militares indonesios entendieron a la perfección que cuantas más personas mataran, más débil sería la izquierda y más feliz estaría Washington. Hasta un millón de indonesios, tal vez más, fueron asesinados por la cruzada anticomunista internacional de Estados Unidos (…)

La magnitud de la victoria anticomunista y la despiadada eficacia del método empleado inspiraron programas de exterminio que tomaron el nombre de la capital indonesia…”. (Páginas, 228-233)

Es imposible abarcar el torrente de hechos, información y conclusiones que aporta este magnífico libro en esta breve reseña. Mejor leerlo directamente y aprender de él.

 

 Notas:

[1] En abril de 1955, Sukarno patrocinó la Conferencia de Bandung, una reunión de Estados asiáticos y africanos, la mayoría de los cuales acababan de acceder a la independencia. Participaron en ella Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto, Jawaharlal Nehru, de India, y el propio Sukarno, además de los jefes de Estado de Pakistán, Birmania, Ceilán y de los representantes de otros veinticinco países más. En la Conferencia se acordaron 12 principios básicos en los que se fundamentarían las relaciones internacionales de las naciones firmantes, y que darían lugar al Movimiento de Países No Alineados.

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