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Con motivo del 200 aniversario del nacimiento de Friederich Engels publicamos el gran texto que Lenin escribió evocando su trayectoria de militante revolucionario y su pensamiento político. Una lectura imprescindible.

Federico Engels

¡Qué antorcha de la razón se ha apagado!

¡Qué gran corazón ha dejado de latir!1

El 5 de agosto de 1895 falleció, en Londres, Federico Engels. Tras su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable sabio y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en una obra común. Por eso, para comprender lo que Engels ha hecho por el proletariado es necesario entender claramente la importancia de la doctrina y la actividad de Marx en pro del desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus reivindicaciones, es el resultado necesario del sistema económico actual, que, con la burguesía, crea y organiza inevitablemente al proletariado. Demostraron que la humanidad no se verá liberada de las calamidades que la azotan actualmente por los esfuerzos bienintencionados de algunas nobles personalidades, sino por la lucha de clase del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en dejar sentado en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, del cambio sucesivo en el dominio y en la victoria de una clase social sobre otra. Y esto continuará hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que esas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los obreros organizados debe dirigirse contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.

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Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus reivindicaciones, es el resultado necesario del sistema económico actual

En nuestros días, todo el proletariado en lucha por su emancipación ha hecho suyos estos conceptos de Marx y Engels. Pero cuando, en la década de los 40, ambos amigos colaboraban en las publicaciones socialistas y participaban en los movimientos sociales de su tiempo, estos puntos de vista eran completamente nuevos. En aquel entonces había muchos hombres con talento y otros sin él, muchos honestos y otros deshonestos, que en el ardor de la lucha por la libertad política, en la lucha contra la autocracia de los monarcas, la policía y el clero, no percibían el antagonismo existente entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Esos hombres ni siquiera admitían la idea de que los obreros actuasen como una fuerza social independiente. Por otra parte, hubo muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bastaba con convencer a los gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente, para que resultase fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban con un socialismo que triunfase sin lucha. Finalmente, casi todos los socialistas y los amigos de la clase obrera de aquel tiempo2 consideraban en general al proletariado como una úlcera y contemplaban con horror cómo crecía en paralelo al crecimiento de la industria. Por eso todos ellos pensaban cómo detener el desarrollo de la industria y del proletariado, cómo parar “la rueda de la historia”. Contrariamente al miedo general ante el desarrollo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en su continuo crecimiento numérico. Cuantos más proletarios haya, tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria y tanto más próximo y posible será el socialismo. Los servicios prestados por Marx y Engels a la clase obrera podrían expresarse en pocas palabras diciendo que le enseñaron a tener conocimiento y conciencia de sí misma, y sustituyeron las ilusiones por la ciencia.

He ahí por qué todo obrero debe conocer el nombre y la vida de Engels; tal es el motivo de que incluyamos en nuestra recopilación —que, como todo lo que editamos, tiene por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros rusos— un esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo.

Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabricante. En 1838, antes de terminar los estudios secundarios, se vio obligado, por motivos familiares, a emplearse como dependiente en una firma comercial de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de su capacitación científica y política. Siendo todavía estudiante de secundaria, llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios del gobierno. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época, en la filosofía alemana predominaba la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del Estado autocrático prusiano, a cuyo servicio se hallaba como profesor de la Universidad de Berlín, su doctrina era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de esta, y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual el mundo transcurre en un constante proceso de cambio y desarrollo, condujeron a algunos discípulos del filósofo berlinés (los que no querían resignarse a la realidad) a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha contra la injusticia existente y el mal reinante, tiene también sus raíces en la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si unas instituciones son reemplazadas por otras, ¿por qué han de perdurar eternamente la autocracia del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de la inmensa mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo?

La filosofía de Hegel hablaba del desarrollo del espíritu y las ideas: era una filosofía idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el desarrollo de la naturaleza, el del hombre y el de las relaciones entre los hombres, el desarrollo de las relaciones sociales. Marx y Engels conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo proceso de desarrollo3, pero rechazaron su preconcebida concepción idealista; analizando la vida real, vieron que el desarrollo del espíritu no explica el de la naturaleza, sino que, por el contrario, el espíritu tiene su explicación en la naturaleza, en la materia... Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marx y Engels eran materialistas. Enfocando el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, vieron que, al igual que todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales, también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el desarrollo de las fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Del desarrollo de las fuerzas productivas dependen las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso de producción de los objetos necesarios para satisfacer las necesidades humanas. Y son dichas relaciones las que explican todos los fenómenos de la vida social, las aspiraciones del hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero hoy vemos también cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas productivas despoja a la mayoría de toda propiedad, para concentrarla en manos de una ínfima minoría; destruye la propiedad, base del régimen social contemporáneo, y tiende al mismo fin que se han planteado los socialistas.

Estos sólo deben comprender cuál es la fuerza social que, por su situación en la sociedad contemporánea, está interesada en la realización del socialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de sus intereses y de su misión histórica. Esa fuerza social es el proletariado. Engels lo conoció en Inglaterra, en Manchester, centro de la industria inglesa, adonde se trasladó en 1842 para trabajar en una firma comercial de la que su padre era accionista. Allí, Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la fábrica, sino que recorrió los barrios inmundos donde residían los obreros y vio con sus propios ojos su miseria y calamidades. No conformándose con sus observaciones, Engels leyó todo lo escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió minuciosamente todos los documentos oficiales a su alcance. Como fruto de sus observaciones y estudios, en 1845 apareció su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya hemos señalado más arriba en qué consiste el mérito principal de Engels como autor de dicho libro. Es cierto que muchos otros antes que él describieron los padecimientos del proletariado y señalaron la necesidad de ayudarlo. Pero Engels fue el primero en afirmar que el proletariado no sólo es una clase que sufre, sino que la miserable situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva. Y el proletariado en lucha se ayudará a sí mismo.

El movimiento político de la clase obrera llevará inevitablemente a los trabajadores a darse cuenta de que no les queda más salida que el socialismo. Por otra parte, el socialismo sólo se transformará en una fuerza cuando se convierta en el objetivo de la lucha política de la clase obrera. Estas son las ideas fundamentales del libro de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, ideas que todo el proletariado que piensa y lucha ha hecho suyas ahora, pero que entonces eran completamente nuevas. Fueron expuestas en un libro ameno donde se describen del modo más fidedigno y patético las penurias del proletariado inglés. El libro constituyó una terrible acusación contra el capitalismo y la burguesía. La impresión que produjo fue muy grande. En todas partes comenzaron a citar la obra de Engels como el cuadro que mejor representaba la situación del proletariado contemporáneo. Y en efecto, ni antes ni después de 1845 apareció una descripción tan brillante y veraz de los padecimientos de la clase obrera.

Engels se hizo socialista en Inglaterra. En Manchester trabó contacto con militantes del movimiento obrero inglés de aquel entonces y empezó a colaborar en las publicaciones socialistas inglesas. En 1844, al pasar por París camino de Alemania, conoció a Marx, con quien ya se carteaba. En París, bajo la influencia de los socialistas franceses y de la vida en Francia, Marx también se hizo socialista. En esta ciudad fue donde los dos amigos escribieron La sagrada familia, o crítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx y que apareció un año antes de La situación de la clase obrera en Inglaterra, sienta las bases del socialismo materialista revolucionario, cuyas principales ideas hemos expuesto más arriba. La “sagrada familia” es un apodo irónico dado a dos filósofos, los hermanos Bauer, y sus discípulos. Estos señores practicaban una crítica fuera de toda realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda actividad práctica y sólo contemplaba “críticamente” el mundo circundante y los sucesos que en él ocurrían. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado como una masa carente de sentido crítico. Marx y Engels se enfrentaron enérgicamente con esta corriente absurda y nociva.

En nombre de la verdadera personalidad humana, la del obrero pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, Marx y Engels exigían no una actitud contemplativa, sino la lucha por un orden social mejor. Y, naturalmente, vieron que la fuerza capaz de llevar a cabo esa lucha, en la que está interesado, era el proletariado. Antes de la aparición de La sagrada familia, Engels ya había publicado en la revista Anales franco-alemanes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico sobre la economía política, donde analizaba, desde el punto de vista socialista, los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo como consecuencia inevitable de la dominación de la propiedad privada. Su relación con Engels contribuyó sin duda a que Marx decidiese ocuparse del estudio de la economía política, ciencia en la que sus obras causaron toda una revolución.

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En nombre de la verdadera personalidad humana, la del obrero pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, Marx y Engels exigían la lucha por un orden social mejor

Entre 1845 y 1847, Engels vivió en Bruselas y en París, alternando los estudios científicos con las actividades prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades. Allí, Engels y Marx se relacionaron con una asociación clandestina alemana, la Liga de los Comunistas, que les encargó una exposición de los principios fundamentales del socialismo elaborado por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto comunista de Marx y Engels, que vio la luz en 1848. Este librito vale por tomos enteros: aún hoy, su espíritu inspira y anima a todo el proletariado organizado y combativo del mundo civilizado.

La revolución de 1848, que estalló en Francia y se extendió después a otros países de Europa occidental, permitió que Marx y Engels regresasen a su patria. Allí, en la Prusia renana, asumieron la dirección de la Nueva Gaceta Renana, un periódico democrático que se publicaba en la ciudad de Colonia. Los dos amigos eran el alma de todas las aspiraciones democráticas revolucionarias en la Prusia renana. Ambos defendieron hasta el final los intereses del pueblo y de la libertad, contra las fuerzas reaccionarias. Como es sabido, la reacción triunfó, la Nueva Gaceta Renana fue prohibida y Marx, que mientras estaba emigrado había sido privado de los derechos de súbdito prusiano, fue expulsado del país; en cuanto a Engels, tras participar en la insurrección armada del pueblo y combatir en tres batallas por la libertad, una vez derrotados los insurgentes huyó a Suiza, desde donde se trasladó a Londres.

También Marx se fue a vivir a Londres; Engels no tardó en emplearse de nuevo en la misma firma comercial de Manchester en la que había trabajado en la década de los cuarenta, de la que más tarde se convirtió en socio. Hasta 1870, Engels vivió en Manchester y Marx, en Londres, lo cual no les impidió estar en estrecho contacto, carteándose casi a diario.

En esa correspondencia, los dos amigos intercambiaban sus opiniones y conocimientos, y continuaban elaborando en común el socialismo científico. En 1870 Engels se trasladó a Londres, y hasta 1883, año de la muerte de Marx, continuaron esa vida intelectual compartida, llena de intensísimo trabajo. Como fruto de la misma surgió, por parte de Marx, El capital, la obra más grandiosa de nuestro siglo sobre economía política, y por parte de Engels, toda una serie de obras grandes y pequeñas.

Marx trabajó en el análisis de los complejos fenómenos de la economía capitalista. Engels, en sus obras, escritas en un lenguaje muy ameno, a menudo polémicas, abordó, bajo el prisma de la concepción materialista de la historia y de la doctrina económica de Marx, los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente. De estos trabajos de Engels citaremos la polémica obra contra Dühring (en ella, el autor analiza los problemas más importantes de la filosofía, las ciencias naturales y la sociología)4, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso y editada en San Petersburgo, 3ª ed. de 1895), Ludwig Feuerbach [y el fin de la filosofía clásica alemana] (traducción al ruso y notas de G. Plejánov, Ginebra, 1892), un artículo sobre la política exterior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicado en Sotsial-Demokrat, nº 1 y 2, en Ginebra)5, sus magníficos artículos sobre el problema de la vivienda6 y, finalmente, dos artículos, cortos pero muy valiosos, sobre el desarrollo económico de Rusia (Federico Engels sobre Rusia7, traducción rusa de V. Zasúlich, Ginebra, 1894). Marx murió sin haber podido culminar su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, estaba terminada en borrador y, tras su muerte, Engels emprendió la ardua tarea de redactar y publicar los tomos segundo y tercero. En 1885 editó el segundo y en 1894, el tercero (no tuvo tiempo de redactar el cuarto)8. Estos dos tomos le exigieron muchísimo trabajo.

El socialdemócrata austríaco Adler observó, con razón, que, con la edición de los tomos segundo y tercero de El capital, Engels erigió a su genial amigo un monumento majestuoso en el que, involuntariamente, grabó también con trazos indelebles su propio nombre. En efecto, esos dos tomos de El capital son obra de ambos, Marx y Engels.

Las leyendas de la antigüedad narran diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones superan a todas las conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres. Engels, en general con toda justicia, siempre se colocaba detrás de Marx. “Al lado de Marx —escribió a un viejo amigo suyo—, siempre toqué el segundo violín”.9 Su cariño hacia Marx mientras vivió y su veneración a la memoria del amigo fallecido fueron infinitos. Engels, el luchador austero y pensador profundo, era hombre de una gran ternura.

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Marx murió sin haber podido culminar su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, estaba terminada en borrador y Engels emprendió la tarea de redactar y publicar los tomos segundo y tercero.

Durante su exilio, tras el movimiento de 1848-49,10 Marx y Engels no se dedicaron solamente a la labor científica. En 1864, Marx fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores11, que dirigió durante un decenio. También Engels participó activamente en sus tareas. La actividad de esta Asociación Internacional, que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los países, tuvo una gran importancia para el desarrollo del movimiento obrero. Pero incluso tras la disolución de dicha asociación en la década de los 70, el papel de Marx y Engels como unificadores de la clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su importancia como dirigentes intelectuales del movimiento obrero siguió creciendo constantemente porque el propio movimiento continuaba desarrollándose sin cesar. Tras la muerte de Marx, Engels siguió siendo el consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él acudían, en busca de consejo y orientación, tanto los socialistas alemanes, cuyas fuerzas iban en constante y rápido aumento a pesar de las persecuciones gubernamentales, como los representantes de países atrasados, por ejemplo españoles, rumanos, rusos, que se veían obligados a sopesar y medir con toda cautela sus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y experiencias del viejo Engels.

Marx y Engels, que sabían ruso y leían libros publicados en este idioma, se interesaban vivamente por Rusia, seguían con simpatía el movimiento revolucionario de nuestro país y mantenían relaciones con revolucionarios rusos. Ambos eran ya demócratas antes de ser socialistas, y tenían profundamente arraigado el sentimiento democrático de odio a la arbitrariedad política. Ese sentimiento político innato, a la par que una profunda comprensión teórica del nexo existente entre la arbitrariedad política y la opresión económica, así como su riquísima experiencia en la vida, hicieron que Marx y Engels fuesen extraordinariamente sensibles en el aspecto político. Por lo mismo, la heroica lucha sostenida por un puñado de revolucionarios rusos contra el poderoso gobierno zarista halló la más viva simpatía en el corazón de estos dos revolucionarios probados. Y, a la inversa, era natural que el intento de dar la espalda a la tarea inmediata y más importante de los socialistas rusos (la conquista de la libertad política), en aras de supuestas ventajas económicas, les pareciese sospechosa e incluso la considerasen una traición a la gran causa de la revolución social. “La emancipación del proletariado debe ser obra del proletariado mismo”, nos enseñaron siempre Marx y Engels.12 Y para luchar por su emancipación económica, el proletariado debe conquistar determinados derechos políticos.

Además, Marx y Engels veían con toda claridad que una revolución política en Rusia tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de Europa occidental. La Rusia autocrática ha sido siempre el baluarte de toda la reacción europea. La situación internacional extraordinariamente ventajosa en que colocó a Rusia la guerra de 1870, que sembró por largo tiempo la discordia entre Alemania y Francia,13 por supuesto no hizo más que aumentar la importancia de la Rusia autocrática como fuerza reaccionaria. Sólo una Rusia libre, que no tuviese necesidad de oprimir a los polacos, fineses, alemanes, armenios y otros pueblos pequeños, ni de azuzar continuamente a Francia y Alemania una contra otra, daría a la Europa contemporánea la posibilidad de respirar aliviada del peso de las guerras, debilitaría a todos los reaccionarios europeos y aumentaría las fuerzas de la clase obrera europea. Por esta razón, también por el bien del movimiento obrero europeo occidental, Engels deseó fervientemente la instauración de la libertad política en Rusia. Con su muerte, los revolucionarios rusos han perdido al mejor de sus amigos.

¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del proletariado!

Notas

1. Palabras tomadas del poema En memoria de Dobroliúbov, de Nikolai A. Nekrásov.

2. En su prefacio a la edición inglesa de 1888 de El manifiesto comunista, Engels explica que no pudieron titularlo “socialista” porque en aquella época el socialismo “era un movimiento de la clase burguesa (...) algo ‘respetable’, al menos en el continente”. De hecho, el Manifiesto tiene un capítulo dedicado a criticar las diferentes tendencias de ese socialismo.

3. Marx y Engels señalaron más de una vez que, en gran parte, debían su desarrollo intelectual a los grandes filósofos alemanes, en particular a Hegel: “Sin la filosofía alemana —dijo Engels— no existiría tampoco el socialismo científico”. (N. del A.) [La frase de Engels es de su prefacio a la obra de Marx La guerra campesina en Alemania. N. de la Ed.]

4. Es un libro admirablemente instructivo y de rico contenido. Por desgracia sólo se ha traducido al ruso una pequeña parte de esta obra, que contiene un esbozo histórico del desarrollo del socialismo (Desarrollo del socialismo científico, 2ª ed., Ginebra, 1892). (N. del A.) [Evidentemente, Lenin se refiere al Anti-Dühring. “Desarrollo del socialismo científico” fue el título con que se publicó en Rusia, en 1892, la obra de Engels Del socialismo utópico al socialismo científico, basada en tres capítulos del Anti-Dühring. N. de la Ed.]

5. Se trata del artículo de Engels “La política exterior del zarismo ruso”, editado originariamente con el título “La política exterior del Imperio ruso”. || Sotsial-Demokrat: Revista literaria y política editada por el grupo Emancipación del Trabajo en 1890 en Londres y en 1892 en Ginebra; en total se publicaron cuatro números.

6. Su compilación se titula Contribución al problema de la vivienda. Existe edición de la FUNDACIÓN FEDERICO ENGELS.

7. Se trata del artículo de Engels “Acerca de las cuestiones sociales en Rusia” y de su epílogo.

8. En consonancia con una indicación de Engels, Lenin llama cuarto tomo de El capital a la obra de Marx Teorías de la plusvalía. En el prefacio al segundo tomo, Engels escribió: “Me reservo el derecho de publicar la parte crítica de este manuscrito en concepto de IV volumen de El capital, con la particularidad de que se suprimirán de él numerosos pasajes, agotados en los tomos II y III”. Pero Engels no tuvo tiempo de preparar ese cuarto tomo. Teorías de la plusvalía se publicó en 1905-10, redactado por K. Kautsky.

9. Véase la carta de Engels a I. Ph. Becker, de 15/10/1884.

10. Se refiere a la revolución alemana de 1848.

11. Asociación Internacional de los Trabajadores (o Primera Internacional): Primera organización internacional del proletariado fundada en Londres por Marx en 1864. La Primera Internacional, encabezada por Marx y Engels, dirigió la lucha económica y política de los obreros de los diferentes países y luchó firmemente contra diversas corrientes antimarxistas (proudhonismo, bakuninismo, tradeunionismo y lassalleanismo), fortaleciendo la solidaridad obrera internacional. Dejó de existir tras la conferencia de La Haya (1872), aunque su disolución oficial fue en 1876. Lenin señaló que la Primera Internacional “sentó los fundamentos de la organización internacional de los trabajadores, para preparar su ofensiva revolucionaria contra el capital”.

12. Véase Marx: Estatutos provisionales de la Asociación Internacional de los Trabajadores, Estatutos generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores; y Engels: prefacio a la edición alemana de 1890 de El manifiesto comunista.

13. Alusión a la guerra franco-prusiana.

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