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Desde la formación del nacionalismo vasco hasta la más viva actualidad, Eloy Val de Olmo, recorre la II República, la revolución española, la guerra civil, la dictadura franquista, el surgimiento y la historia de ETA y la Transición. En el mismo libro se publica el texto de Alan Woods Marxismo y la cuestión nacional, así como un clásico de Lenin El derecho a las naciones a la autoderminación.

Eloy Val del Olmo es editor de la revista Ezker Marxista y de su web www.ezkermarxista.org, miembro del Comité de Redacción de El Militante, representante de la Fundación Federico Engels en Euskal Herria y pertenece a la corriente marxista internacional encabezada por Ted Grant y Alan Woods. Reproducimos a continuación la entrevista que le hicimos pocos días después de que el libro saliera a la luz.

El Militante.— La publicación del libro se da en un contexto político muy especial, tanto en el conjunto del Estado español como en Euskal Herria. Uno de los aspectos de la situación es la actitud del PP en relación a la cuestión vasca y ahora la catalana, con el debate sobre el Estatut. El PP ha recuperado el “España se rompe” que la CEDA empleaba en los años 30. Su histérica campaña parece entroncar con una propensión histórica que tiene la derecha a utilizar el nacionalismo español más reaccionario como elemento aglutinador de su base social y electoral. ¿Qué opinas sobre eso?

Eloy Val.— La historia se repite aunque a un nivel superior. Asistimos a un ascenso de la lucha de clases como consecuencia de que unos pocos son cada vez más ricos a costa de una mayoría creciente que sufre la pesadilla diaria de un sistema incapaz de garantizar una vivienda, trabajo fijo y una vida digna. Recientemente se ha publicado el dato de que un individuo rico vive de media diez años más que uno pobre en el Estado español. Según la Fundación Largo Caballero las desigualdades sociales provocan 30.000 muertos al año, esto es, cuatro muertos cada día. Tras ocho años de gobiernos del PP el diferencial de gasto social con respecto a Europa ha vuelto a hundirse al nivel que tenía durante la dictadura. Lenin insistió en que la cuestión nacional, en última instancia, es una cuestión de pan.

La política del PP refleja un crecimiento imparable de la polarización social. La derecha cada vez gira más a la derecha y la izquierda, aunque sus dirigentes hoy se resistan, se verá empujada a hacer lo mismo. La derecha azuza la cuestión nacional porque quiere recortar los derechos democráticos logrados a través de la lucha por la clase trabajadora. El Proceso 18/98 a la dirección de la izquierda abertzale por el que se piden cerca de mil años de cárcel a 56 dirigentes de movimientos sociales por supuesta pertenencia a ETA es poner en la picota la libertad de asociación y la libre expresión de ideas. El supuesto desmembramiento del Estado español es una mera excusa, al igual que durante las últimas décadas ha sido la cuestión del terrorismo individual, para promover un estado policial y de falta de libertades. Lo que realmente le preocupa al PP es no poder llevar a cabo más ataques contra la clase trabajadora que garanticen los beneficios empresariales, recortando al mismo tiempo las concesiones que tras la caída de la dictadura tuvo que hacer a las nacionalidades históricas que componen el Estado español. El PP perdió el año pasado el poder como consecuencia de la movilización de las masas y quiere recuperarlo a toda costa desgastando al PSOE en todos los terrenos.

EM.— En relación con la política del gobierno del PSOE, ¿qué opinas sobre las expectativas lanzadas por Zapatero, hace ya unos meses, de que las negociaciones con ETA podrían derivar en una tregua o el fin del problema del terrorismo?

E. V.— Las siete bombas de escasa potencia que ha puesto ETA el día de la Constitución, y tanto sus declaraciones como las de Zapatero, demuestran que estamos ante un proceso que será largo y lleno de contradicciones. La principal fuerza motriz del proceso de diálogo es el callejón sin salida al que han conducido los métodos del terrorismo individual, tanto en Euskal Herria como en Irlanda o Sri Lanka por parte de los Tigres tamiles.

Que ha habido con los gobiernos anteriores del PSOE y del PP conversaciones con ETA es algo reconocido. Habrá más contactos en el próximo período porque todos coinciden en que ETA necesita una resolución del conflicto después de las gigantescas movilizaciones de masas que acabaron con el gobierno de Aznar tras el 11-M. Creen que el momento favorable que se vive en estos momentos, tras la victoria de Zapatero y los cambios que se están dando, tardará mucho en repetirse y es necesario aprovecharlo. Los mensajes que desde hace meses está lanzando la organización armada vasca, y el hecho de que no haya habido atentados mortales durante tantos meses seguidos refleja una actitud decidida a buscar una solución al conflicto político que vive Euskal Herria.

Las claves para dicha resolución se han puesto encima de la mesa en Anoeta, con la propuesta de Batasuna de abrir dos mesas. Una entre todos los partidos políticos vascos sin exclusión, donde se ponga encima de la mesa una Euskal Herria unificada y el derecho a decidir de los vascos, y otra mesa entre el Gobierno y ETA para resolver lo relativo a los presos, las víctimas y la desmilitarización del conflicto. Sin embargo, no hay ninguna razón para creer que el gobierno PSOE y la burguesía española piensen en absoluto aceptar el derecho de autodeterminación y la unidad territorial de Euskal Herria. Dichas consignas sólo puede lograrlas la clase trabajadora, vinculando la lucha por los derechos democrático-nacionales a la lucha por el socialismo.

El terrorismo individual es un problema endémico del sistema capitalista que se basa en la opresión y la explotación de la mayoría por una minoría. La política de las direcciones reformistas, que se pliegan a los intereses de la burguesía y el estado centralista, provoca que la situación se agrave. Para los marxistas, no obstante, cada día, cada mes y cada año sin atentados son una oportunidad extraordinaria para que la clase trabajadora vasca recomponga sus fuerzas, su capacidad de organización y de lucha. El año pasado las jornadas perdidas por huelgas en Euskadi representaban el 60% de todo el Estado. El terrorismo de ETA ha actuado como un terrible lastre para el movimiento obrero. Sin embargo, el problema probablemente no se solucione definitivamente hasta el triunfo completo del socialismo.

EM.— Es impresionante la rapidez con que el PNV hizo desaparecer el Plan Ibarretxe del escenario político. El PNV lo estaba presentando como un “plan radical” para engatusar a la izquierda abertzale y el griterío que armó el PP podía dar la impresión, para sectores de la población de dentro y fuera de Euskal Herria, de que efectivamente se trataba de algo serio. Ahora parece que Ibarretxe tiene otro plan. ¿En qué consiste? ¿Qué objetivos persigue?

E. V.— El plan de la burguesía vasca ha sido en el pasado y es en el presente evitar que la clase trabajadora vasca tenga un papel independiente y luche por sus propias reivindicaciones. Desde sus primeros pasos el PNV fue un ariete contra las ideas marxistas del socialismo que propugna la lucha de clases y la toma del poder por la clase trabajadora a través de la expropiación de la burguesía. Frente al ateísmo y la lucha de clases el PNV defendió la religión y la conciliación entre patronos y obreros, al ser hijos de una misma nación. La burguesía española, corrupta, débil y atrasada, tuvo la máxima responsabilidad en el surgimiento de fuertes tendencias centrífugas en el Estado español. La represión contra la lengua, la cultura y la identidad nacional vasca, gallega y catalana impulsó dicho nacionalismo. Para las masas la cuestión nacional era una aspiración honesta frente a la opresión y el hambre, mientras que para la burguesía era un arma para dividir y enfrentar a la clase trabajadora y apartarla de la lucha por su propio programa de emancipación social.

La dirección de la izquierda abertzale, que desde hace décadas tiene el objetivo estratégico de lograr un frente nacional con el PNV-EA, es incapaz de ofrecer a su militancia una salida auténtica a la actual situación. El pacto de Lizarra, el Plan Ibarretxe o la nueva propuesta del PNV-EA de formar una mesa en el País Vasco, donde se pongan los medios para la resolución del conflicto político con el Estado, tienen un mismo objetivo: atraer a su redil a la izquierda abertzale, amarrarla corto en el terreno institucional, presionar a ETA para que abandone las armas y obligarles a rebajar su programa dejándolo en consignas reformistas asumibles por el sistema.

EM.—Hay muchísimos indicios, para cualquier persona atenta a lo que está ocurriendo en Euskal Herria, de que está habiendo un fuerte debate en la izquierda abertzale respecto a qué hacer. ¿A qué se debe ese debate? ¿En qué líneas se está produciendo? ¿Qué puede aportar el marxismo?

E. V.— La mayor parte de los debates en el seno de la izquierda abertzale tienen un fuerte contenido organizativo, centrado en las estructuras y en las iniciativas para sacar la organización a la calle. Eso genera un activismo permanente. Sin embargo, en el terreno de las ideas sorprende el quietismo y la falta de aportaciones y debate ideológico y político en su seno. Las bases quieren y necesitan ideas. La mayor parte de esas bases tienen un genuino perfil de izquierdas, aunque hay sectores que no son socialistas en absoluto. Pero los debates, por lo general, son muy pobres. La dirección no confía en la base. Con este debate tratan de medir el grado de contestación interna y de cohesionar una organización que cada día es más difícil de ilusionar y mover. Han expulsado a seis presos que hace un año se manifestaron por el abandono de la lucha armada proponiendo la lucha institucional y de masas. Si esto ha ocurrido entre los presos, nos podemos imaginar el ambiente de fondo en la base.

El mayor obstáculo que tiene la dirección de la izquierda abertzale es que ahora, más que nunca, se están viendo las limitaciones de su alianza estratégica con la burguesía vasca (PNV y EA) para alcanzar la independencia. Pero es que además, ¿qué decir del problema del paro, de la vivienda, la precariedad laboral, los accidentes de trabajo, la lengua y la cultura? Nadie puede olvidar que Ibarretxe es lehendakari con los dos votos prestados por EHAK y cómo hizo la presentación del Gobierno, claramente escorado a la derecha. Ni Ezker Batua ni EHAK deberían apoyar a Ibarretxe.

La izquierda abertzale, en este debate, plantea el socialismo “identitario”. Cualquiera de sus militantes podría preguntar qué tipo de socialismo es ése sin recibir la respuesta adecuada. No la obtendrán porque la mayoría de las bases creen que la dirección de la izquierda abertzale es revolucionaria y no es así. El socialismo “identitario” es la vieja fórmula de la economía “mixta” que se intentó implantar en la Nicaragua sandinista, dejando al sector privado mantenerse en lugar de implantar decididamente el socialismo. Es la misma fórmula que defienden hoy los sectores reformistas dentro del movimiento bolivariano, que temen llevar el proceso revolucionario hasta sus últimas consecuencias. Como ellos lo definen, se trataría de tener en Euskal Herria un sector público fuerte y un sector privado regulado, donde los patronos tuviesen menos ganancias pero hubiese mejor distribución y más igualdad. Parecen ignorar que el capitalismo tiene sus propias leyes y ha implantado la movilidad de capitales y beneficios para obligar en el marco de su sistema a cualquier gobierno a hacer su política.

El marxismo es la única ideología de la que se puede derivar un programa concreto de independencia de clase e internacionalista, que tenga como eje central ganar y unir al proletariado para luchar por la transformación socialista de la sociedad.

EM.— Por todo lo apuntado, parece claro que el libro saldrá a luz en un momento importante. ¿Qué destacarías de su contenido? ¿Qué dirías a nuestros lectores, tanto de Euskal Herria como del resto del Estado, para que se animasen a leerlo?

E. V.— El libro sale a la luz en el momento más idóneo. Se está demandando un rearme ideológico en Euskal Herria y de eso trata el libro. Las ideas del marxismo en relación a la cuestión nacional se han deformado de manera grotesca. Hoy más que nunca hay que volver a levantar la bandera del genuino marxismo. Al mismo tiempo es necesario, en todo el Estado, combatir la ola reaccionaria de chovinismo español impulsada por el PP contra Euskal Herria y Catalunya y que debido a los atentados de ETA ha logrado crear confusión entre sectores importantes de la clase trabajadora y la juventud, que pueden creer que el problema nacional es una invención.

En la primera parte del libro, con el texto El marxismo y la cuestión nacional, Alan Woods expone de manera brillante, sin concesiones, la postura del marxismo sobre la cuestión nacional en sus aspectos teóricos y prácticos. Se basa en múltiples ejemplos históricos, como la cuestión polaca, irlandesa, judía; en los debates de Lenin y Rosa Luxemburgo; en la cuestión nacional después de Octubre; y cómo no, en análisis de los problemas más recientes: la cuestión palestina, los Balcanes, Irlanda y Euskal Herria.

La segunda parte del libro, Euskal Herria y el socialismo, explica con datos y ejemplos el papel que ha jugado históricamente la burguesía vasca y el que está jugando en la actualidad. Asimismo, hace un repaso de las lecciones que desde el punto de vista de la cuestión nacional se deberían extraer de los años treinta y de la Guerra Civil. La dictadura, la pasividad del PNV y la lucha por la independencia de las colonias dieron lugar al surgimiento de ETA. El libro expone los debates ideológicos más importantes a través de sus congresos, debates que son de absoluta actualidad. También se analizan los efectos de la intervención de ETA y, sobre todo, ETApm en los conflictos obreros durante la Transición. Se analizan los efectos de lo que ETA consideró sus mayores éxitos, el atentado contra el almirante Carrero Blanco y el cierre de la central nuclear de Lemóniz, desde el punto de vista de la clase trabajadora. Igualmente se analiza la Alternativa KAS y el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Los gobiernos del PSOE y los GAL, los del PP, la represión, las movilizaciones sobre la cuestión nacional, la ilegalización de Batasuna y los acontecimientos más importantes de las últimas décadas se someten a un exhaustivo análisis de clase, llegando a la actual negociación.

Es un libro que irá cautivando al lector desde la primera línea. Es la historia apasionante de una lucha que aún perdura, y también de los debates, alternativas y lecciones que de ella se pueden derivar. Y por si fuese poco, el libro acaba con un clásico de Lenin, Acerca del derecho de las naciones a la autodeterminación.

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