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En el primer texto (Introducción a ‘Dialéctica de la Naturaleza') Engels hace una repaso a la historia de las Ciencias Naturales. Ésta no es una sucesión de descubrimientos y teorías surgidas en ese momento, no se sabe por qué y sin relación alguna entre sí, sino una consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas y de la lucha de clases, vinculada al desarrollo de las relaciones de producción capitalistas y las revoluciones burguesas.
En el siglo XVI las Ciencias Naturales estaban en pañales: "Todo lo que la antigüedad había dejado en herencia eran Euclides y el sistema solar de Ptolomeo, y los árabes, la numeración decimal, los rudimentos del álgebra, los numerales modernos y la alquimia; el medievo cristiano no había dejado nada". Pero a partir de entonces la ciencia irrumpe con fuerza en la sociedad, en pugna con la tradición religiosa (católica y protestante) de la sociedad feudal.
Entonces, en la época de nacimiento del capitalismo, cuando éste jugaba un papel progresista (en el sentido de que desarrollaba las fuerzas productivas frente al atraso feudal) "también las Ciencias Naturales se desarrollaban en medio de la revolución general y eran revolucionarias hasta lo más hondo". Estos primeros hombres de ciencia "no eran esclavos de la división del trabajo" sino que buscaban una visión completa del Universo, desde el conocimiento de las Ciencias Naturales, la economía, la filosofía o la política, como por ejemplo Leonardo da Vinci. Se recuperan así las "geniales intuiciones filosóficas que los antiguos aventuraran acerca de la naturaleza" pero a un nivel cualitativamente superior.

Un método para analizar la realidad

Con el desarrollo del capitalismo se hace necesario el desarrollo de los conocimientos científicos en química, física, matemáticas..., para el desarrollo de las fuerzas productivas. Así, el desarrollo de la ciencia es una necesidad para el desarrollo del capitalismo en sus inicios. Pero de forma dialéctica, con ello se acentúa la división del trabajo ya inherente a la sociedad dividida en clases sociales.
Cantidades ingentes de datos empíricos se recogen sistemáticamente para darle una base verdaderamente científica a las teorías con las que entender la realidad. Pero a su vez todos estos "datos" requerían un método con el que analizarlos, ordenarlos y extraer de ahí las leyes de comportamiento de la Naturaleza. "Las Ciencias Naturales de la primera mitad del siglo XVIII se hallaban tan por encima de la antigüedad griega en cuanto al volumen de sus conocimientos e incluso a la sistematización de los datos, como por debajo en cuanto a la interpretación de los mismos, en cuanto a la concepción general de la naturaleza". Es necesario un método filosófico de análisis de la realidad.
Engels esboza en este texto lo que desarrolla en Anti-Dühring de forma espléndida, el método dialéctico aplicado a las Ciencias Naturales, como única forma de poder ordenar el océano de conocimientos acumulados en cada rama de la ciencia. Frente a la idea de la inmutabilidad absoluta de la naturaleza, se opone la visión del movimiento continuo, la evolución. Frente a la idea de la evolución gradual, se opone la del movimiento continuo cuyo motor son las contradicciones del proceso mismo, con etapas de aparente tranquilidad con acumulación de contradicciones y otras de cambios cualitativos bruscos y repentinos. Frente al reduccionismo, la visión de conjunto de la dialéctica.
El otro texto, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, constituye una plasmación del método del materialismo dialéctico al proceso del desarrollo del ser humano. Engels lo desarrolla con una concepción materialista, entendiendo que el progreso de la civilización no era "debido a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro" como fuerza motriz, sino que esto era una consecuencia de un proceso de transformaciones en las que el trabajo, la fabricación de herramientas, juega un papel decisivo como medio por el cual se desarrolla el cerebro, a la par que el lenguaje, dando lugar al salto cualitativo que diferencia a los humanos de nuestros antepasados.
Ambos textos constituyen una obra excelente, no sólo al servicio de los científicos, sino también y fundamentalmente de cualquier joven o trabajador que quiera comprender la realidad para transformarla.

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