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Centroamérica es una de las regiones con mayor desigualdad social del mundo, en la que los empresarios y banqueros han saqueado todo lo que les ha sido posible arrojando a la clase trabajadora y al campesinado a una situación insoportable. Una de cada tres personas es analfabeta; la mitad de la población vive bajo la línea de la pobreza y una de cada cinco en la indigencia. El 10% posee el 50% de la riqueza creada, mientras que el 10% más pobre ni siquiera logra retener el 2% de lo que se genera. En El Salvador, ocho grupos de empresarios controlan 722 empresas que consumen el 60% de la riqueza creada; al mismo tiempo estas mismas empresas evaden impuestos por un monto aproximado de 1.500 millones de dólares anuales, mientras el 85% de la población vive en la pobreza. En Honduras, el 10% más rico consume el 45% de la riqueza mientras que el 10 % más pobre apenas sobrevive con el 4%. También en Honduras, más de 300.000 niños se ven obligados a dejar la escuela y entrar al mercado laboral, mientras que en toda Centroamérica dos millones de niños aprenden a caminar y al tiempo aprenden el significado de lo que es la explotación capitalista.


Una economía inestable y dependiente

 

Todas las economías centroamericanas mostraron crecimientos positivos en 2010: en promedio el PIB creció 3,3% con respecto al año anterior. Sin embargo, las cosas están lejos de significar una base para una recuperación firme y remontar la crisis actual del capitalismo. En el año 2009 la región sufrió una caída en su PIB del 1,48% y para 2011se “pronostica” un crecimiento del 3,5%. De cumplirse esta expectativa, la economía centroamericana reportará un crecimiento de apenas un 1,7% en tres años.
La realidad queda mucho más clara al ver el comportamiento de la balanza comercial, que registra un déficit regional de 22.360 millones de dólares, ello a pesar de que las exportaciones crecieron un 11,7% arrojando ingresos por valor de 22.187 millones. El déficit comercial puede crecer por distintas razones pero en esencia se trata de que Estados Unidos, como principal consumidor, no garantiza ni precios estables (favorables y base fundamental del crecimiento en 2010), ni el volumen del consumo. A pesar de toda la propaganda sobre las perspectivas que auguran una próxima estabilización económica, la realidad es que nadie puede asegurar que no existirá una profundización de la crisis a escala internacional, cuyas consecuencias serían pagadas con sangre en los países menos desarrollados.
El déficit comercial de Centroamérica se compensa con el ingreso de remesas que significan una verdadera bendición para la débil economía local. En 2009, los principales países receptores de remesas registraron una caída del 10%. Para 2010 la situación cambió y las remesas lograron crecer 4,6% aproximadamente; sin embargo, aún resultan muy inferiores a las de 2002 cuando crecieron 17,6%. El desempleo en Estados Unidos no ha logrado bajar entre la población inmigrante ni parece que vaya a hacerlo en el corto plazo, por ello las remesas no podrán jugar el papel que anteriormente estaban jugando tanto en el gasto familiar como en la economía en general.


Un escenario explosivo

 

Latinoamérica ha atravesado un periodo de casi diez años de sorprendentes luchas revolucionarias que han puesto en duda la dominación de la burguesía. Este periodo está enmarcado por un elevado desarrollo de la tecnología, la ciencia y por tanto de los medios de producción. Ello ha transformado el rostro del continente, y en particular de Centroamérica: del año 1990 a 2001 los trabajadores empleados en la maquila pasaron de 17.000 a 354.000, es decir, que la fuerza laboral en el sector industrial aumentó en un 2.085%. El avance de la maquila  proletarizó al campesinado; el caso de El Salvador es muy gráfico: en 1992 el sector agropecuario absorbía al 34,8% de los ocupados, mientras que para el año 2000 la cifra bajo al 20,9%. Marx señaló que la burguesía siembra la semilla de su propia destrucción. Centroamérica es un buen ejemplo de ello: para lograr obtener mayores y más rápidas ganancias la burguesía tuvo que desarrollar a una potente clase asalariada.
La gran diferencia entre el periodo revolucionario actual y todos los periodos pasados es que ahora el proletariado ha crecido por todo el territorio. Y este hecho ha incidido en muchos planos, incluido en que el campesinado ha transformado sus métodos tradicionales de lucha, asimilando las tácticas y estrategias características de la clase obrera: la organización de sindicatos agrarios, la ocupación de tierras, la movilización de masas y el fortalecimiento de sus vínculos con las organizaciones obreras urbanas.
La crisis internacional del capitalismo ha transformado el ambiente entre los oprimidos de todo el mundo, impulsando una oleada de lucha de clases, huelgas generales, movilizaciones de masas por todos los rincones del planeta. Este ambiente coincide con un proletariado latinoamericano que después de diez años de revolución ha logrado sacar conclusiones y ha fortalecido sus organizaciones. Y, finalmente, otro aspecto que marca el periodo y que lo hace todavía más peligroso es que la revolución bolivariana, pese a las dificultades que ha atravesado, funciona como puntal político del resto de luchas en el continente.
La burguesía se presenta ante nuestros ojos como una poderosa clase que puede con la mano en la cintura derrotar al movimiento obrero, alardea de sus medios de comunicación, de sus leyes y de su capacidad militar. Sin embargo el periodo no le favorece, por ello mismo se ven obligados a exagerar sus actos. Los acontecimientos en Centroamérica demuestran esa idea.


Nicaragua

 

Las elecciones previstas para noviembre de 2011 preparan un poderoso enfrentamiento entre las clases. El candidato oficial de la izquierda será, sin duda alguna, el actual presidente Daniel Ortega, mientras que los partidos de la derecha todavía no tiene claro su cabeza de cartel.
El triunfo del FSLN y Ortega en las elecciones presidenciales del año 2006, fue un gran logro del pueblo trabajador y de los campesinos pobres. El resultado fue contundente y los Sandinistas lograron el 41% de los puestos en la Asamblea Nacional. El impacto político de este acontecimiento se hizo sentir en toda Latinoamérica, demostrando que la oligarquía y los banqueros no eran invencibles.
A pesar de las enormes carencias políticas de Daniel Ortega, el líder sandinista se ha arropado ante las masas de la heroica tradición de lucha de los años setenta que acabaron con la odiada dictadura de Somoza. Esta es la razón del voto masivo que obtuvo. Indudablemente, Ortega se ha fortalecido parcialmente gracias a los programas de ayudas sociales que ha desarrollado, a pesar de su carácter parcial e insuficiente. Pero el pueblo de Nicaragua sigue sufriendo de la pobreza. El aspecto fundamental que ha impedido una transformación radical es que Daniel Ortega no ha tocado la propiedad privada de los grandes empresarios, banqueros y oligarcas. La burguesía nicaragüense sigue haciendo muy buenos negocios, explotando los recursos naturales, saqueando al país y manteniendo salarios de hambre. Ese es el problema fundamental y mientras los medios de producción sigan en manos privadas será imposible modificar sustancialmente la difícil situación de los trabajadores.
El FSLN debe lanzar un programa de expropiaciones hacia las grandes empresas y ponerlas bajo el control de los trabajadores. Esa es la condición fundamental para eliminar realmente la pobreza, la falta de vivienda, y las graves carencias en salud y educación que existen en el país. En Nicaragua como en el resto de Centroamérica no hay términos medios. La burguesía sabe que la presencia de los sandinistas en el gobierno, a pesar de que han demostrado los límites de su política, supone una amenaza para sus intereses. Y lo supone, porqué detrás del FSLN están las masas pobres de la ciudad y el campo, que no dudarán en pelear si se aplican políticas de ataques contra sus derechos. Esta es la razón de que la clase dominante nicaragüense éste usando todos los medios a su disposición para derrotar a Ortega y evitar que sea reelegido en las elecciones de noviembre de 2011.  
Las perspectivas electorales son francamente favorables para el FSLN. A inicios de 2011 todas las encuestas le favorecen con un 40% de los votos, pero más allá de estas cifras, las concentraciones convocadas por Ortega demuestran que mantiene un gran apoyo entre la población. La derecha nicaragüense sabe que los pobres, los explotados, la gente de los barrios más humildes simpatiza claramente con la izquierda y no con los viejos asesinos, corruptos y saqueadores que se organizan en torno a la oposición. En el marco de un ambiente revolucionario en toda Latinoamérica y de la crisis internacional, un triunfo del FSLN tendría un gran costo político para la burguesía y supondría un nuevo obstáculo para los planes capitalistas en la región.
Pero la derecha no está dispuesta a ser derrotada una vez más, por lo que han tratado de generar un ambiente de linchamiento y de descredito hacia el FSLN. La primer acción concreta que han tomado es la de intentar frenar la candidatura de Ortega por vía legal, planteado demagógicamente que la constitución prohíbe la reelección. En vista de que la vía legal no ha funcionado, la burguesía ha optado por organizarse y movilizar a grupos de choque y provocadores contra la base trabajadora. Esto demuestra una cosa: las próximas elecciones serán una lucha feroz. Ortega y el FSLN necesitan actuar rápidamente, organizar a los trabajadores, estudiantes y campesinos para así evitar que la derecha tome fuerza y logre realizar sus objetivos.
En este contexto hay que situar el reciente conflicto por límites fronterizos entre Nicaragua y Costa Rica, que no es más que una estrategia de Estados Unidos para ejercer mayor presión sobre los sandinistas. De hecho, Colombia y Honduras ya han dado señales de que ellos también pueden actuar en la misma lógica contra Nicaragua. La presencia de personal militar estadounidense en Costa Rica es una clara amenaza que no debe tomarse a la ligera, sino que exige una respuesta firme y contundente: el FSLN debe pasar a la acción, defender un programa socialista basado en la expropiación de la tierra, la banca y las grandes empresas, armar al pueblo obrero nicaragüense en defensa de sus derechos y llamar a todo el movimiento obrero y campesino de Centroamérica a derrocar el capitalismo. En esta perspectiva, que está completamente abierta, un golpe de Estado contra los sandinistas o bien la intervención directa del ejército estadounidense no es la vía más segura para la burguesía. El látigo de la contrarrevolución puede fortalecer la revolución: todo Latinoamérica se tensaría y la clase trabajadora y campesina podrían entrar en una nueva fase de lucha, más aguda y radicalizada. Por eso Ortega y el FMLN no deben tomar las amenazas a la ligera.
La vía más segura para evitar que el FSLN vuelva a ganar en las elecciones es fortaleciendo la oposición hasta lograr la victoria en las elecciones. Pero este camino está plagado de complicaciones: la derecha está sumamente dividida, tras años de intensos debates y luchas internas. Fabio Gadea, acaudalado empresario, ha logrado obtener la bendición de parte importante de la burguesía, consiguiendo que Eduardo Monte Alegre, que también postulaba su candidatura, declinara a favor de él. Con esto la derecha ha dado un paso al frente, pero aún le queda otro problema. El ex presidente Arnoldo Alemán quiere ser el candidato de la derecha y, según sus propias palabras, jamás renunciará ni declinara de su intención. Bajo estas condiciones, la posibilidad de que la derecha fuera a las elecciones con dos candidatos podría dividir su voto y con ello asegurar su derrota.
La batalla entre Gadea y Alemán ha llegado a límites sorprendentes que no hacen otra cosa que demostrar la debilidad de la burguesía. Por ahora ni uno ni otro está dispuesto a ceder, aunque entre elementos así, siempre se puede llegar a un buen arreglo económico.


La lucha en El Salvador apenas inicia

 

El triunfo del FMLN en el año 2009 interrumpió 20 años continuos de encarcelamientos, explotación y miseria. La reacción burguesa, organizada en el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), es la responsable de 75.000 asesinatos y 12.000 desaparecidos, todos ellos trabajadores y campesinos pobres. Los “escuadrones de la muerte” creados por Roberto d’Aubuisson, también fundador de ARENA, no hicieron distinción y lo mismo asesinaron ancianos que mujeres, y la represión también se cebó con los niños: cerca de 900 desparecieron en los momentos álgidos de la lucha contra el FMLN. El imperialismo estadounidense fue la base material e intelectual de todo aquel periodo de terror.  
La derrota de ARENA era uno de los objetivos más importantes para las masas obreras y campesinas salvadoreñas, que respondieron con el voto masivo al FMLN en 2009. No se trató de un simple triunfo electoral en los márgenes de lo que llaman “estado de derecho” y “democracia”, no. Las masas empobrecidas en El Salvador se organizaron y se movilizaron, impusieron por esta vía a su candidato y su partido. El fraude electoral contra Funes estaba organizado y listo para aplicarse; de hecho, la diferencia de votos tan pequeña entre los dos candidatos, 2,54%, es el resultado de que, en parte, el fraude se realizó, pero no se llevó hasta sus últimas consecuencias por el nivel de organización y movilización de las masas.   
Las tareas de Funes eran totalmente claras: encabezar la lucha contra la miseria y la explotación que por décadas ha azotado al pueblo Salvadoreño. La oligarquía también entendió ese mensaje y tan pronto como Funes y el FMLN asumieron el gobierno, en junio del 2009, iniciaron toda una campaña de amenazas y presiones. El golpe de estado contra Mel Zelaya en Honduras era también una advertencia clara contra el nuevo gobierno. Pero Funes no entendió que detrás de él estaba todo un pueblo heroico capaz de evitar cualquier intentona militar siempre y cuando tuviera una dirección política a la altura de las circunstancias. Agobiado por las presiones y carente de una alternativa revolucionaria, Funes fortaleció su discurso sobre la “unidad y reconciliación nacional”. El caso de Funes demuestra que incluso la persona más honesta puede cometer errores muy graves.  
Las primeras concesiones importantes comenzaron con la composición del gobierno. El FMLN debió de haber jugado un papel de dirección consecuente al respecto, colocando no a funcionarios profesionales sino a luchadores sociales probados en las batallas. Sin embargo le dejaron las manos libres a Funes y la Comisión Política del partido declaró: “apoyamos que nuestro candidato escoja de manera que él crea conveniente la conformación de su equipo de trabajo”. De esta forma el grupo llamado “los Amigos de Mauricio” y “Cambio Democrático” (que fueron en alianza con el FMLN en las elecciones) se quedaron con palancas muy importantes del gabinete: Hacienda, Economía, Turismo, Instituciones Estatales y Embajadas en el extranjero.1 Por otro lado, Educación, Salud, Obras Públicas, Trabajo, Agricultura, Gobernación, y Seguridad quedaron a cargo del FMLN. Las tareas de seguridad han resultado totalmente comprometedoras porque ahora Funes ha sacado el ejército a las calles con el argumento de la lucha contra las “maras”, y el costo político lo está pagando el FMLN.
Formalmente el FMLN está al frente del gobierno pero realmente es la derecha la que orienta los aspectos más importantes de la política nacional. Hay muchos y sobrados ejemplos: la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) es la patronal empresarial más importante y durante los gobierno areneros ellos han sido la guía de sus políticas. Funes los aceptó a su lado y ahora son quienes presionan para orientar cada movimiento que ha de dar el gobierno.
De esta forma la mayoría de las promesas de justicia y vida digna se han olvidado. Los militares responsables de miles de muertes siguen libres y cobijados por la “ley de amnistía”, ley que Funes prometió derogar y que ahora ni siquiera tiene fecha para discutirse. La impunidad con la que se trata a los militares es todavía más sorprendente, porque Funes ampara a los asesinos de su propio hermano, caído durante una movilización estudiantil que organizó un brazo del FMLN.
Los privilegios fiscales de los empresarios siguen sin tocarse: los corruptos como Antonio Saca, ex presidente, han recibido favores y siguen libres.  El caso de los feminicidios sigue sin resolverse; El proyecto de presa el Chaparral no se detiene a pesar de que la lucha de la población ha sido muy fuerte. El Registro Nacional de Personas Naturales (RNPN) fue puesto en bandeja de plata para la derecha, y desde ese órgano se puede controlar el registro del electorado. En el plano internacional, se rechazó el ingreso al ALBA, y con ello también se marcó pública distancia con la revolución Bolivariana. Desde instancias gubernamentales se ha caracterizado al gobierno de Lobo en Honduras como un gobierno “legitimo” y de hecho Funes ha realizado mucho trabajo para que el sucesor de Micheletti sea aceptado en la OEA. Por todo ello, Mauricio Funes se viene ganando la oposición cada vez más importante de parte de la clase trabajadora y el campesinado pobre.
Sin embargo hay que decir que el FMLN no es lo mismo que Funes. El Frente Farabundo Martí sigue siendo el partido de los trabajadores y los campesinos pobres. En el reciente festejo del 30 aniversario del FMLN miles asistieron y demostraron su apoyo. Pero es fundamental que la dirección del Frente diga las cosas claras y evite cubrir o minimizar las diferencias que tiene con el Presidente, que son de dominio público. La necesidad que ahora se impone es fortalecer toda la organización desde la base, y plantear claramente que el pueblo salvadoreño no va a consentir una traición ni una burla más.


Honduras, la resistencia está viva

 

Porfirio Lobo sustituyó al golpista Micheletti en la presidencia de Honduras respaldado por unas elecciones totalmente fraudulentas y antidemocráticas, boicoteadas por la izquierda y la Resistencia. Según los informes del Tribunal Superior Electoral, Lobo obtuvo 1.200.000 votos, lo que significaba poco más del 55% de la votación, que registró una abstención del 40%. La realidad es que en muchas empresas presionaron a sus trabajadores para que votaran, mientras otros fueron abiertamente obligados por las fuerzas represivas para que participaran. Además, desde El Salvador se envió a individuos vinculados a ARENA para que votaran a favor de Lobo. A pesar de que con la farsa electoral los imperialistas estadounidenses pretendieron conferir una cierta credibilidad democrática a Lobo, el régimen está completamente desacreditado y entendido, correctamente por las masas explotadas, como la continuación del golpe de estado.
Las tareas del gobierno de Lobo están muy claras: desmovilizar la lucha obrera y campesina y seguir adelante con los planes económicos de la derecha. Por ello no han dudado en conformar el nuevo gobierno con golpistas, y como primera medida adoptada para lograr sus objetivos elevar y profesionalizar la represión. La Coordinadora Nacional del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (Cofadeh) informó que desde que inicio el régimen de Lobo la cantidad de violaciones a los derechos humanos son 45% más que durante la dictadura de Micheletti. Periodistas y dirigentes o bases del movimiento obrero y campesino han sufrido la represión. Al mismo tiempo los trabajadores que tuvieron que huir de Honduras durante la dictadura de Micheletti, aún no pueden regresar por los cargos legales que están en su contra: Lobo quiere “permitirles” el regreso pero sólo a condición de una negociación en la que ayuden a dispersar el movimiento, cosa que ha sido totalmente rechazada por los exiliados. Esta es la verdadera cara del gobierno de Lobo.
La represión en Honduras es una realidad constante, pero sería un error sólo ver esa parte de la ecuación. Las debilidades y contradicciones del nuevo gobierno son muchas. En el terreno económico Honduras está en una profunda crisis, por ello mismo las reformas que impulsó Mel Zelaya a favor de los trabajadores dolían tanto a los empresarios. Hoy día, la deuda externa del país ronda los 3.000 millones de dólares a pesar de que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras instituciones financieras le habían condonado en años pasados otros 3.000 millones. La situación es tan grave que diversos economistas burgueses han planteado que se está a punto de llegar al límite máximo de endeudamiento.
La crisis internacional del capitalismo tiene en jaque a la economía: en 2009 el PIB de Honduras cayó 2% mientras en 2010 creció 2,5%; para 2011 los cálculos plantean un posible desarrollo en torno al 2% de tal forma que en tres años la economía no habrá rebasado el 1% de crecimiento. Por otra parte las exportaciones están sujetas a precios cuyos niveles y volumen de demanda no están asegurados. Por ello, en términos capitalistas, la salida es la de destruir las ya de por si duras condiciones de vida de la clase trabajadora a través de mayor endeudamiento, reducción de salarios, prestaciones y privatizando todo lo que sea posible. Lobo está impulsando estas medidas en todos los terrenos. La educación pública y los recursos naturales están siendo privatizados, y los salarios se han estancado desde que Zelaya fue tomado preso (hoy día el 70% de trabajadores hondureños viven con 4,76 dólares diarios, que no es suficiente para adquirir ni la tercera parte de la canasta básica). Esto es una receta acabada para un nuevo y poderoso enfrentamiento entre la burguesía y el movimiento obrero y campesino.
La lucha de clases es un proceso vivo que avanza y retrocede, y cuyos resultados no pueden analizarse en los límites de un sólo país, mucho menos para el caso de Honduras y Centroamérica. Todas las luchas tienen vínculos entre sí muy fuertes, no por una razón romántica, sino porque la cercanía geográfica, la vinculación de sus economías, su cultura y su historia así lo obliga. El ejemplo quizá más claro es la fuerte influencia de la revolución venezolana, que motiva y da lecciones a trabajadores de todo el continente. El movimiento revolucionario desatado contra el golpe de estado en Honduras, a pesar de que no pudo lograr su primer objetivo que era el de restablecer a Mel Zelaya en el poder, demostró el enorme potencial de las masas en lucha y puso en jaque durante semanas a la oligarquía y al imperialismo. Las condiciones para el triunfo de la revolución socialista estaban plenamente maduras, pero la ausencia de una dirección revolucionaria con un programa acabado, a pesar del heroísmo de miles de activistas y dirigentes populares, permitió a la burguesía imponer temporalmente sus planes.2
A pesar de las duras condiciones en las que se desarrolla la lucha después del triunfo de Lobo, durante 2010 los trabajadores y los campesinos pobres hondureños realizaron movilizaciones, paros, cierres de avenidas, tomas de oficinas, asambleas, etc.  El 1 de Mayo del año pasado, miles salieron a las calles levantando las consignas contra la reducción de los salarios y contra las pesadas jornadas laborales. En agosto, el magisterio protagonizó una huelga que se prolongo durante 48 días y en la que participaron cerca de 50.000 docentes que se mantuvieron firmes a pesar de las constantes agresiones físicas, laborales y mediáticas. Esta lucha logró arrancar concesiones importantes al gobierno de Lobo. El 15 de Septiembre, día de la Independencia, las masas llenaron de banderas y consignas al boulevard Morazán: la columna se extendía por más de 3 kilómetros. Ese día Juan Barahona, del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP, antes llamando Frente Nacional Contra el Golpe de Estado), planteo muy claramente el eje de la movilización “hoy nos movilizamos por la independencia de los oligarcas y los golpistas”. Ese mismo día se cerró la colecta de firmas por una Asamblea Constituyente, lográndose 1.250.000 firmas de apoyo, que rebasan la cantidad de votos que obtuvo Porfirio Lobo en sus fraudulentas elecciones. Las firmas por sí mismas no solucionan el conflicto pero hablan del importante nivel de trabajo y organización del movimiento, y de su presencia en todo el país. En noviembre se realizó uno de los paros cívicos más fuertes, por todo el país se tomaron carreteras, se realizaron movilizaciones, etc.
Lo más importante de estas últimas acciones es que ha habido una unidad entre las centrales obreras y el FNRP. Esa unidad es la clave para el triunfo. Existe una gran fuerza que no ha podido ser doblegada por los golpistas y el imperialismo estadounidense. Pero el movimiento no es perfecto. Dentro del FNRP existen debates en torno a cómo lograr conquistar la Asamblea Constituyente, si por vía electoral o por vía insurreccional. Desde nuestro punto de vista la tarea fundamental ahora es la de conquistar a las masas explicando pacientemente los objetivos de la lucha. En este sentido, el programa a defender debe plantear claramente la expropiación de toda la gran propiedad privada, industrial y agrícola, y el control de estas por medio de consejos obreros y campesinos creados en cada fábrica, pueblo y barrio. Sólo imponiendo una solución socialista, poniendo la riqueza, la tierra, las fábricas, la banca bajo el control democrático de la mayoría de la población, y acabando con el Estado capitalista, podremos solucionar la pobreza, la falta de vivienda, salud y educación que vive el pueblo de Honduras. El FNRP debe plantear con fuerza la lucha por la transformación socialista de la sociedad, y para lograrlo tendrá de aliado a todo el pueblo latinoamericano. En el terreno de las acciones concretas, hay que levantar un frente único entre todas las organizaciones obreras y campesinas, y como un sólo puño golpear el mismo día. La primera tarea debe ser la de superar el paro cívico y convocar a una huelga general. Lobo no tiene la fuerza para mantenerse y su derrota estaría prácticamente asegurada. Pero la lucha de los obreros y campesinos hondureños no debe quedarse dentro de sus propias fronteras, existen todas las posibilidades para convocar a una acción conjunta en toda Centroamérica y asestar un golpe decisivo contra los golpistas, la oligarquía centroamericana y el imperialismo estadounidense.
Centroamérica ha sido saqueada por décadas, pero todo el ambiente que vemos ahora es una prueba de que las masas han decidido ponerle un alto a esa miserable historia, buscando una alternativa distinta al capitalismo. Esa alternativa es una Federación Socialista Centroamericana.

 

NOTAS

 

1. Cambio Democrático es un partido oportunista y de derechas; el grupo llamado “amigos de Mauricio” cuenta entre sus filas a gente cercana a Armando Calderón, ex Presidente y miembro de ARENA; otros distinguidos miembros son los empresarios Cáceres y así podríamos seguir la lista.

2. Para una visión más amplia del movimiento de resistencia en Honduras se pueden consultar, entre otros, los siguientes artículos: Honduras: el imperialismo impone a Porfirio Lobo, las masas no han dicho la última palabra (http://www.elmilitante.net/content/view/6162/74/); Honduras: Tras la ruptura del "diálogo", hay que redefinir los métodos de lucha contra la dictadura (http://www.elmilitante.net/content/view/5916/74/); Honduras: Entrevista a Bartolo Antonio Fuentes, dirigente de la resistencia hondureña (http://www.elmilitante.net/content/view/6695/74/)

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