En el contexto de la crisis económica y política que atraviesa el sistema procapitalista en Marruecos, el estallido de las revoluciones en el mundo árabe y la oleada de la lucha revolucionaria en Marruecos bajo la bandera del Movimiento 20 de Febrero, el gobierno marroquí ha decidido celebrar elecciones legislativas anticipadas el día 25 de noviembre, como una nueva maniobra política para convencer las masas de su buena fe y continuar su política de presuntas reformas.
La maniobra de las elecciones anticipadas
Como siempre, el dictador Mohamed VI ha prometido al pueblo marroquí unas elecciones justas y democráticas, una fuerte constitución parlamentaria, la no injerencia del aparato estatal en el proceso electoral, la garantía de la libertad de expresión a todos los partidos políticos —tanto los que van a participar en las elecciones como los que las van a boicotear—, así como la formación de un gobierno de la mayoría con amplios poderes, en un intento desesperado por atraer a las masas trabajadoras, conseguir un éxito en la próxima operación electoral y debilitar el Movimiento 20-F para superar su crisis.
Estas elecciones llegan en una época de revoluciones árabes y del surgimiento del Movimiento 20-F como una fuerza revolucionaria de masas hostil a los planes del régimen y a sus proyectos políticos, económicos y culturales, y contraria a la alineación de muchas fuerzas de izquierda con el régimen. Con el anuncio de elecciones anticipadas el régimen marroquí está tratando de realizar una nueva maniobra para engañar a las masas y convencerlas de la necesidad de aceptar las reformas propuestas. A pesar de todo, este proceso electoral y la política de la oligarquía marroquí están amenazados con la quiebra debido a la pérdida de confianza en el régimen y sus proclamas. Después de once años como rey de Marruecos, el apelativo de Mohamed VI como “rey de los pobres” ya no se acepta entre las masas marroquíes; a los ojos de las masas Mohamed VI se ha convertido en un enemigo y en un saqueador de la riqueza del país. El pueblo marroquí apostó durante una década a la ilusión de las reformas del joven rey, pero la continuación de la crisis del régimen y de su dictadura, el agravamiento de las contradicciones en la sociedad marroquí y la ampliación de la brecha entre la burguesía y el resto del pueblo ha conducido a transformaciones revolucionarias en el estado de ánimo de las masas y a la explosión a gran escala de la lucha de clases en Marruecos, y ha enviado a la basura las consignas del régimen reaccionario sobre la reforma, la democracia y la vida digna.
La más importante característica de la situación política marroquí es la presencia de un enorme y organizado movimiento de masas, y la presencia en las filas de los que boicotean las elecciones legislativas de partidos de izquierda —Vía Democrática, Partido Socialista Unificado (PSU) y Partido de la Vanguardia Democrática Socialista (PADS)—, además del entusiasmo por la lucha que ha impulsado la revolución árabe en la conciencia de las masas. Para tratar de beneficiarse de este despego generalizado hacia el régimen, las fuerzas fundamentalistas y reaccionarias Justicia y Caridad y los salafistas, están también defendiendo el boicot. Estos grupos tienen sus propios intereses, que no son los de los trabajadores y la mayoría de la juventud marroquí.
Este boicot de las fuerzas políticas, unido a los millones de frustrados por la política llevada por el régimen, es una amenaza real y un obstáculo para el éxito del proceso electoral. Si las anteriores elecciones legislativas se han caracterizado por la baja participación, a pesar de la estabilidad política y de que el boicot de las fuerzas políticas fue muy limitado, las elecciones del 25 de noviembre verán muy probablemente una participación bajísima del pueblo marroquí, debido al profundo arraigo del Movimiento 20-F entre las masas trabajadoras marroquíes, al peso de las fuerzas que llaman al boicot y a la falta de confianza del pueblo en el régimen y sus partidos.
El Movimiento 20-F llamó al pueblo marroquí y las fuerzas políticas que apoyan el movimiento a manifestarse el día 25 de septiembre en todas las ciudades de Marruecos, para impedir la maniobra del régimen de celebrar elecciones anticipadas para engañar a las masas y manifestar su rechazo a todas las elecciones basadas sobre la constitución otorgada. Cientos de miles de personas respondieron al llamamiento del Movimiento y salieron en manifestaciones masivas en las ciudades de Casablanca, Rabat, Tánger, etc. También se percibió por primera vez el aumento del alcance de las demandas. En las ciudades de Tánger, Tetuán, Al Hoceima y otras, los manifestantes gritaban “el pueblo quiere que caiga el régimen” en lugar de “el pueblo quiere que caiga la corrupción”. Este cambio cualitativo en el alcance de las demandas, así como la gran cantidad de participantes en las manifestaciones, muestra claramente el callejón sin salida en el que se encuentra el régimen reaccionario.
El 23 de octubre, de nuevo se repitieron las manifestaciones masivas en más de 50 ciudades marroquíes. Miles de jóvenes desempleados se unieron a las manifestaciones, en las que no faltaron carteles que bajo la foto del cadáver del depuesto coronel Gadafi advertían “Esto es lo que les ocurre a los déspotas”.
En Rabat la manifestación fue atacada con extrema dureza por la policía, y numerosos manifestantes fueron brutalmente golpeados, en una nueva demostración de la desesperación del régimen por acallar las protestas antes de la fecha de las elecciones.
La radicalización de las consignas iniciada en septiembre se ha profundizado. En Taza, Marrakech y Agadir los manifestantes demandaban acabar con la monarquía, y en Tánger, que fue la mayor de las manifestaciones, el lema principal fue “Viva la revolución de Túnez, viva la revolución de Egipto, viva la revolución de Libia, viva la revolución de Yemen, viva la revolución de Siria; queremos una revolución marroquí“.
Cabe esperar que el movimiento acelere el ritmo de la lucha en los próximos días y adopte nuevas formas de protesta con el fin de frustrar el proceso electoral de la clase dominante en Marruecos.
Los partidos de izquierda
El llamamiento de los partidos Vía Democrática, PSU y PADS a boicotear las elecciones es un paso cualitativo en el proceso del boicot político de las elecciones y de intentar impedir la maniobra del régimen y aislarle a las masas. A través de su apoyo al Movimiento 20-F estos partidos han ganado mucha popularidad entre los trabajadores marroquíes y han comenzado a constituir una alternativa a los partidos de izquierda tradicionales, como la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) y el Partido del Progreso y el Socialismo (PPS), que han colaborado abiertamente con la monarquía y han participado con ministros en diferentes gobiernos en los últimos años.
Pero los llamamientos de estos partidos a boicotear las elecciones se mantienen en un plano meramente formal. A pesar de la participación de Vía Democrática, PSU y PADS en el Movimiento 20-F y en la lucha del pueblo marroquí durante los últimos años, estos partidos luchan y boicotean las elecciones para conseguir únicamente demandas reformistas, que no tocan el corazón del sistema capitalista y la monarquía marroquí (la lucha para cambiar la ley electoral, la ley de los partidos, los poderes del parlamento...). Las direcciones de estos partidos están totalmente convencidas de la posibilidad de cambiar el régimen a través de la lucha en el parlamento y de solucionar las cuestiones clave de la sociedad dentro de las instituciones del régimen, y niegan, incluso en esta fase revolucionaria, el papel crucial de la lucha de los trabajadores y de todos los oprimidos, que están luchando en las calles, las fábricas, las universidades..., para acabar con la opresión y la dictadura, y para tomar el poder a favor de la clase trabajadora.
Los grupos fundamentalistas
Como hemos señalado, el movimiento Justicia y Caridad y el grupo de los salafistas decidieron también boicotear las próximas elecciones. No es la primera vez que estos grupos llaman a boicotear a las elecciones, pero en las condiciones críticas que atraviesa el régimen, el boicot de estos grupos sigue siendo influyente, a nivel cuantitativo, para aumentar la importancia del apoyo al bloque del boicot. El movimiento Justicia y Caridad busca actualmente, a través de su participación en las manifestaciones del 20-F y su llamamiento a boicotear las elecciones, hacer presión sobre el régimen con el fin de ser reconocido como un partido político oficial.
El bloque de los partidos participantes
Varios partidos de derecha y de la izquierda y los sindicatos tradicionales han llamado a la participación en las próximas elecciones, y han considerado a éstas como un hito principal para la consolidación de la democracia, el inicio de la autonomía de las instituciones y el primer paso para la fundación del primer gobierno con poderes amplios en Marruecos. En realidad este llamamiento, sobre todo el de los partidos de izquierda y los sindicatos amarillos, quedó aislado debido al rechazo de las bases sociales de estos partidos como consecuencia de la burocratización y la corrupción de las direcciones, y de su alejamiento de la lucha del pueblo marroquí. A pesar de que la USFP, el PPS y la Confederación Democrática de los Trabajadores (CDT) han sido en el pasado, sobre todo en los años de 60, 70, 80 y el inicio de los 90, un ejemplo para la lucha revolucionaria de masas, las traiciones de los dirigentes y la frustración que esos partidos provocaron al pueblo marroquí en muchas situaciones revolucionarias han conducido a una reducción significativa de su base. El número de cuadros de estos partidos no supera el número de los pasajeros de un autobús en una ciudad marroquí, lo que explica la debilidad de la influencia de estos partidos entre la clase obrera y las masas oprimidas de Marruecos, y su limitada capacidad para atraer a las masas a participar en el proceso electoral.
Falto de apoyos para hacer que su juego político sea un éxito, al régimen sólo le queda jugar sus nuevas cartas: el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD, islamista) y el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM). El uso de un lenguaje religioso y la ausencia de corrupción en sus filas son factores claves para que el PJD pudiera atraer a un pequeño sector de los trabajadores a sus filas. Pero después de las últimas declaraciones de sus responsables contra el Movimiento 20-F este partido perdió su popularidad y se ha convertido desde el punto de vista de una buena parte de su base en una herramienta en manos del régimen.
Por su parte, el PAM ha perdido su respaldo popular antes de su primera participación en las elecciones parlamentarias, y sus pocos partidarios se han convertido en bandas aliadas con el régimen y hostiles al Movimiento 20-F y a sus militantes. El éxito de este partido en las elecciones municipales de 2009, gracias a la adhesión de muchos militantes de otros partidos a sus filas, ha desaparecido con el nacimiento del Movimiento 20-F, y su peso en la escena política de Marruecos está ahora muy debilitado, lo que explica el anuncio de su líder Fouad el Himma de que no se presentará a las próximas elecciones para responder así a las dudas sobre su partido y sus relaciones con la constitución monárquica. El fundador del PAM, Fouad Ali el Himma, es el mejor amigo del rey. Si la popularidad del rey se ha reducido considerablemente, el PAM, que es conocido como el partido del rey, va tener el mismo destino después de que se haya convertido en una moda política superada.
Teniendo en cuenta el aislamiento del régimen y sus partidos, no le queda a la clase dominante ninguna otra salida que superar las elecciones mediante el fraude y el uso de dinero para atraer los ciudadanos y poner al pueblo marroquí ante los hechos consumados. El anuncio del gobierno de los resultados del referéndum de julio pasado mostró las maneras despreciables del régimen y su incapacidad de abandonar las tácticas de intimidación y compra de votos.
Nuestra posición
Los marxistas tenemos una posición muy clara sobre la institución del parlamento y las elecciones en los países capitalistas. Tenemos una historia llena de las lecciones y experiencias, iniciada con Marx, Lenin, Trotsky y los partidos marxistas revolucionarios.
Como marxistas, consideramos el parlamento una institución del Estado burgués reaccionario y proponemos los consejos de los trabajadores y campesinos como alternativa al parlamento burgués. La burguesía trata de convencernos de su democracia formal mediante la organización periódica de elecciones para elegir a los diputados de una institución que tiene poderes limitados y que legitima la explotación de los trabajadores por la burguesía local e internacional y que permite a las multinacionales saquear la riqueza de nuestro país. El poder real seguirá estando en las manos de la clase dominante mientras ésta tenga el monopolio sobre los medios de producción y la riqueza de Marruecos, y controle el aparato estatal. Los oprimidos no podrán gobernarse por si mismos nada más que a través de la lucha bajo la bandera del proletariado y tomando el poder político a su favor y nacionalizando los medios de producción y poniéndolos bajo el control de la clase trabajadora.
Nosotros, los marxistas marroquíes, llamamos al pueblo marroquí a boicotear las elecciones parlamentarias del 25 de noviembre. También declaramos nuestro desacuerdo con las posiciones anarquistas y sectarias. Rechazando el cretinismo electoral, en periodos específicos los marxistas participaron, y participarán, en las elecciones, entrando en el parlamento para hacer propaganda de nuestro partido revolucionario y del programa de transición socialista, y utilizando el parlamento como una tribuna para llamar a las masas y organizarlas.