El Espacio Vecinal Paco Caño, en el madrileño barrio de Lavapiés, será el lugar para la próxima cita en defensa de la Memoria Histórica. El próximo jueves 19 de octubre a las 18.30 horas tendrá lugar la presentación del libro Los últimos zarpazos. Presos políticos en el final del franquismo, publicado por la Fundación Federico Engels.
De la mano de su autor, Julio Gomáriz y acompañado por Pablo Alcántara, autor de La secreta de Franco y militante de Izquierda Revolucionaria, podremos hacer un repaso de toda esa historia de lucha, tan celosamente ocultada, que tuvo lugar bajo la dictadura franquista y que acabó con cuarenta años de oscuridad.
“Franco murió en la cama”, esa frase que tanto nos han repetido para quitarle valor a quienes hicieron realmente caer la dictadura, es sólo un ejemplo de la campaña que perdura hasta hoy y que pretende robarnos la memoria de cómo la clase trabajadora logró cada uno de sus derechos y libertades. También pretende emborronar el carácter y las aspiraciones revolucionarias de aquellos que se enfrentaron a la represión, que perdieron sus trabajos, que fueron perseguidos, denunciados y torturados por defender una revolución social.
Este trabajo de Julio Gomáriz tiene un claro objetivo y es evitar que los represaliados políticos de los últimos años de la tiranía franquista sufran la más cruel condena: el olvido. Por ello, Julio incluye en esta publicación una lista inédita con más de 11.000 nombres de quienes fueron perseguidos judicialmente entre el inicio de la andadura del tribunal de orden público y la amnistía de 1977.
El fin que se persigue es claro, rendir homenaje a quienes arriesgaron sus vidas y libertades resistiendo a esa despiadada dictadura. Dejar claro que el franquismo (prolongado tras morir al dictador), finalizó como se inició: con una represión sangrienta, que en las fechas que abarca este trabajo se mató a cientos de luchadores y encarceló a miles más por enfrentarse a tan implacable opresión.
Pero quizás lo más importante y lo más valioso para nuestros días es demostrar que, a pesar de todo, el aparato represivo fracasó: sus brutalidades fueron incapaces de frenar las movilizaciones que se les oponían. Esto obligó a los sectores más pragmáticos del régimen a buscar otras salidas, pero la solución alcanzada, libertades administradas por los antiguos opresores fue insuficiente: las reclamaciones de los familiares de ejecutados, de los presos y torturados así lo prueban. La batalla por la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas del fascismo en el Estado español continúa. Con la memoria de quienes nos precedieron muy viva y muy presente es cómo la vamos a dar.