“El Estado obrero no es ni una orden religiosa ni un monasterio. Tomamos a los hombres tal como los ha creado la naturaleza y como la antigua sociedad los ha educado en parte, y en parte estropeado. En el seno de ese material humano vivo, buscamos donde asentar las palancas del partido y del Estado revolucionario. El deseo de divertirse, de distraerse, contemplar espectáculos y reír es un deseo legítimo de la naturaleza humana. Podemos y debemos conceder a esa necesidad satisfacciones artísticas cada vez mayores, sirviéndonos al mismo tiempo de esa satisfacción como medio de educación colectiva, sin ejercer tutela pedagógica o constreñimiento para imponer la verdad”.
En este libro Trotsky aborda aspectos relevantes del quehacer cotidiano de los hombres y mujeres que construyen una nueva sociedad, luchando conscientemente por cambiar el viejo orden social liberándose de las costumbres embrutecedoras del pasado. Sólo así, la cultura en su sentido más amplio y unas relaciones humanas liberadas de la dependencia material podrán transformar nuestro horizonte vital. Al fin y al cabo la auténtica libertad es la ausencia de necesidad.