No es habitual que un libro de teoría, concretamente de teoría marxista sobre el Estado, que fue escrito hace más de cien años siga respondiendo con argumentos tan sólidos a los clichés que la izquierda reformista continúa defendiendo hoy: «el Estado es nuestro amigo», «el Estado protege los derechos sociales», «la correlación de fuerzas se modifica influenciando el Estado»… Un libro así no puede pasar desapercibido por razones evidentes.
El Estado y la revolución. La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución, redactado por Lenin en la clandestinidad entre agosto y septiembre de 1917, presenta un enfoque tan esclarecedor sobre un asunto harto complejo como solo los clásicos del socialismo científico son capaces de hacer. Es una bomba que destruye hasta los cimientos toda la palabrería dicha y escrita al respecto. Es más. Leerlo en la actual coyuntura mundial tiene una función doblemente reparadora: te protege como un buen antídoto contra las mentiras de la burguesía y sus apologistas de la academia y los medios de comunicación y, también, de los lugares comunes y simplezas repetidos por esa izquierda adaptada al sistema y satisfecha de las migajas que le caen por lamer las botas de los amos.