El sistema capitalista arrastra a la humanidad a una catástrofe ecológica. Las pruebas desbordan los estudios científicos y se han convertido en un hecho cotidiano. Océanos contaminados, temperaturas en ascenso, desertización, emisiones de CO2 descontroladas..., y todo ello por el afán de lucro de los grandes monopolios que controlan la economía mundial y la complicidad de los Gobiernos que sirven a sus intereses.
Las multitudinarias movilizaciones y huelgas de la juventud contra el cambio climático están señalando a los responsables de esta terrible agresión. Pero no podemos albergar la menor confianza en que las cumbres por el clima puedan resolver nada. Esas farsas institucionales, patrocinadas precisamente por las empresas que más contaminan, intentan hacernos creer que puede existir un capitalismo más “verde”. Una falacia con la que se pretende domesticar y asimilar este gran movimiento de protesta.
La conclusión es clara. Necesitamos impulsar un movimiento ecológico revolucionario que no acepte la lógica del sistema y que fusione las reivindicaciones en defensa del medio ambiente con la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Solo así podremos construir un mundo respetuoso con la naturaleza y liberado de cualquier tipo de opresión.