La burocracia contrarrevolucionaria ha hecho todo lo que está en su poder para sabotear Inveval porque teme el ejemplo que puede dar a otros trabajadores. Durante casi dos años Inveval ha estado dirigida por un consejo de fábrica o, por llamarlo por su nombre correcto, un soviet obrero. Como señala el compañero Cormenzana, la experiencia adquirida por los compañeros de Inveval es incalculable, no sólo para ellos mismos sino para el conjunto de la clase obrera venezolana. Ahora es el caso más largo (y posiblemente el único) de una fábrica que funciona totalmente sobre la base de la administración y control obrero.