La revolución española dio voz a los sin voz. A los campesinos y jornaleros desheredados, obligados a trabajar de sol a sol, cercados por la ignorancia y sometidos a hambrunas crueles. A los obreros fabriles, nacidos del aluvión humano que huía de la miseria del campo, explotados y condenados a una vida miserable en los arrabales urbanos. Ellos forjaron su conciencia en una historia de duros enfrentamientos, de huelgas reprimidas, de ocupaciones de tierras, de cárcel, exilio y muerte.
Solo recurriendo a una amplia perspectiva es posible comprender las causas de aquellos acontecimientos.