De 1931 a 1939 el movimiento socialista —PSOE, JJSS y UGT— experimentó la lucha interna más aguda de toda su historia. Una auténtica batalla en la que los socialistas se enfrentaron entre ellos de forma abierta, descarnada y brutal. El terremoto de la lucha de clases y la revolución fue lo que quebró de arriba abajo el equilibrio interno y la estabilidad del Partido, el Sindicato y las Juventudes.
La profundidad del proceso revolucionario que se abrió a partir del 14 de abril de 1931 con la proclamación de la Segunda República, sometió a los socialistas al empuje intenso de fuerzas contradictorias. Millones de obreros y jornaleros, y con ellos las masas socialistas, necesitaban y exigían soluciones; medidas decisivas que mejoraran realmente y de forma clara sus condiciones de vida y trabajo, y el futuro de sus familias, con la particularidad de que no estaban dispuestas a esperar pasivas a que los “profesionales de la política” tuvieran a bien hacerlas realidad.