Guadalajara fue partícipe del periodo de recuperación económica que durante buena parte del siglo XVIII se vivió en el Estado español, que se concretó con la instalación de la Reales Fábricas de Paños de Guadalajara y Brihuega, la modernización de las Salinas de Atienza y con ello su rentabilidad, la roturación de nuevas tierras para el cultivo, el incremento del comercio, algunas mejoras en la red de caminos, la construcción y repararon de puentes…
La propagación de pestes y las hambrunas de finales de esta centuria en las comarcas de Guadalajara puso fin a décadas de bonanza económica, siendo determinante en ello también la repercusión de las guerras contra Francia e Inglaterra y especialmente la catástrofe que supuso la guerra contra Napoleón, la cual dejó sentenciadas de muerte a las Manufacturas Reales.