El cierre de la planta de Carrier en Guadalajara en el año 2000, supuso un enorme impacto entre el conjunto de los trabajadores de Guadalajara. Una empresa que llevaba más de 30 años en la localidad, que había llegado a contar con mil empleados y que elaboraba un producto de calidad —aparatos de aire acondicionado—, anunció su cierre de un día para otro. 700 trabajadores y sus familias se encontraron ante el abismo del desempleo, en una situación muy parecida a la que hoy atraviesan los trabajadores de la factoría de Delphi en puerto Real.
La arrogancia de la empresa y la indiferencia mostrada por los poderes públicos ante un ataque de este calado fue respondida contundentemente por la totalidad de la plantilla, por sus familiares y por miles de trabajadores y jóvenes de la provincia que trataron, a través de la lucha, de impedir los planes de la multinacional.