El levantamiento de los marineros de Kiel fue la señal para propagar un movimiento revolucionario incendiario. Los obreros y los soldados insurrectos conquistaron ciudad tras ciudad, abrieron cárceles, liberaron a los prisioneros políticos, izaron la bandera roja en calles, fábricas y cuarteles, y formaron consejos de obreros y soldados. En sólo unos días, el imperio y su káiser fueron barridos de la escena, proclamándose la República. La fuerza de la clase trabajadora demostró ser mucho más potente para derrocar la monarquía alemana que los obuses enemigos.
En aquel mes de noviembre de 1918, en una secuencia similar a las jornadas de febrero de 1917 en Rusia, los trabajadores alemanes comenzaron a disputar a la burguesía el derecho a dirigir la sociedad. La clase obrera hizo todo lo posible, y mucho más, por cambiar el curso de la historia. Esa es la idea que también queremos subrayar en este trabajo.