La revolución alemana tuvo muchos protagonistas, y la figura de Rosa Luxemburgo brilló con luz propia. La marxista intransigente que desafió a la dirección de su propio partido, que levantó la bandera del internacionalismo proletario, que jamás cedió a las presiones de sus adversarios por muy fuertes que fuesen, pagó su lealtad a los trabajadores con el ostracismo, la prisión y la muerte.
Rosa Luxemburgo fue también una pionera del feminismo socialista, de clase y anticapitalista. En su actividad militante tuvo que enfrentarse al machismo decimonónico de sus camaradas de partido, y a los celos enfermizos de aquellos a quienes amaba.